Me pasé el día pensando en la llegada de Phillip a la ciudad, hasta que aquel mensaje llegó pasadas las once de la noche, cuando me disponía a ir a dormir.
"¿Puedes venir? Llegué hace un rato y necesito verte."
Solo eso, un mensaje sencillo, pero bastó para que mi corazón se descontrolara ante la anticipación de verlo una vez más.
Si bien la idea de guardar el secreto era excitante, hasta cierto punto, ya no podía seguir fingiendo que era suficiente para mí ser su secreto. Mis sentimientos habían salido a la luz, y ya no podía esconderlos.
Me puse una chaqueta encima, tomé las llaves y salí sin hacer ruido. Caminé rápido, sin pensar demasiado. No podía negarme a lo que mi corazón gritaba, aunque una parte de mí quisiera hacerlo.
Cuando Phillip abrió la puerta, su mirada se iluminó como si llevara días esperando ese momento.
—Hola —susurró con una sonrisa genuina, que le iluminó los ojos.
—Hola —respondí con reservas, pues me sentía inquieta.
Entré sin decir más. Él cerró la puerta y