—Y tú no sabes lo mucho que la prefiero a ella ni lo loco que me tiene.
Serena sintió que el corazón le dio un vuelco cuando la puerta de la cocina se abrió frente a ella y Daniel se manifestó, ingresando con una media sonrisa desinteresada dibujada en sus labios
—¿Dices que puedes darme cosas que ella no? En todo caso es asco. Quisiera ponerme a enumerarte todo lo que Serena me provoca, pero la lista es larga y necesito tiempo a solas con ella, tú sabes. Sería genial si nos haces el favor de largarte.
Caminó con pasos calmados hacia su prima y la rodeó con un brazo sin dejar la sonrisa. Serena vaciló al inicio, pero luego le devolvió el abrazo con las mismas fuerzas, esforzándose por olvidar los nervios que sentía bajo la fogosa mirada de la rubia.
—Cielos, recapacita, Daniel, es repugnante, es tu prima. Deberías acostumbrarte a mí, porque te casarás conmigo y me vas a tener que ver muy seguido.
—Yo no me voy a casar contigo, idiota, el compromiso lo has hecho tú sola con mis padres,