Serena volvió a tragar en seco, aunque no pudo evitar que los extremos de sus labios se curvaran en una sonrisa, que desapareció cuando las ideas de la gravedad de la situación volvieron a irrumpir su mente y le punzaron el corazón.
—¿Qué quieres que estudiemos o que te explique?
Daniel se echó a reír, observando cada una de sus expresiones.
—Nada, lo dije para salirnos de ahí.
—Oh, no, Danny, tú has dicho que íbamos a estudiar y tenemos que estudiar. —Al diablo el estudio, ¿tú crees que teniéndote al frente, voy a perder el tiempo estudiando?
Arqueó una ceja cuando vio que Serena se dirigía hacia su mochila y sacaba todos los cuadernos y libros de su interior, revisando cada uno con desconcierto,
—¿Por qué tienes el cuaderno en blanco, Danny? ¿No haces apuntes?
No respondió, viéndola tomar uno de los libros de matemática y unos cuantos lapiceros.
—Igual aprobaré, el director conoce a mi padre...
—Esto es fácil, ¿quieres que lo hagamos juntos?
—No, Serena, no tengo interés en eso.
Ell