—Tú... —la voz rozó su garganta antes de abandonarla y convertirse en un susurro —Serena.
Pudo distinguir a las tres siluetas del lavabo aparecer junto a la puerta y hacerle señales exageradas. Rick abría los labios enormemente, Mark fruncía el ceño y Nick se daba media vuelta y cubría sus propios ojos, como si no quisiese ver lo que estaba a delante.
Oh, diablos.
Oh, mierda.
Sus manos se aferraron a su cintura y la movió hasta el enorme piano, ubicando en una esquina, recostándolo sobre la superficie y prestando atención a la forma en que su cuerpo presionaba las teclas, que instantáneamente emitieron un sonido desordenado. Sus labios se inclinaron entonces hacia los suyos y sus ojos serios la miraron durante un eterno minuto antes de murmurar:
—Cásate conmigo.
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—Daniel, despierta
Serena se detuvo frente a la cama, observando detenidamente la imagen que tenía frente a su vista. Daniel continuaba enredado entre las sábanas, inerte sobre el colchón, con la cabeza echada y los ojos