Finalmente, los llamaron. Nathan y Oliver ingresaron a la oficina del detective, donde se les ofreció una taza de café a cada uno. El reloj marcaba las tres de la madrugada. El cielo comenzaba a insinuar el alba, y el cansancio se reflejaba en sus rostros.
—Todo indica —comenzó a explicar el detective con tono sereno— que efectivamente América estuvo en la cabaña. Encontramos su uniforme en el baño de la habitación que custodiaba el hombre actualmente hospitalizado. Pensamos que ella lo hirió y logró escapar.
Nathan y Oliver escuchaban sin interrumpir, aferrándose a cada palabra.
—La camioneta que utilizó para escapar fue hallada en la entrada de la ciudad, a unos quince minutos del bosque. Dentro estaba su móvil, en el asiento trasero. Suponemos que se le cayó durante el secuestro. No hay más rastros por el momento. Es probable que haya sido lo bastante inteligente como para abandonar el vehículo y tomar un taxi.
El detective hizo una pausa antes de continuar.
—Mi recomendación es qu