Hijo legítimo .

Sol me despierta desesperada. Abro un ojo, me siento agotado, y vuelve a golpearme para que despierte.

Lo hago con pesadez, sentándome con las sábanas en la cintura.

—¿Q-qué sucede?—

Pero no aguanta y termina vomitando sobre la alfombra.

Le ayudo con el cabello. Me había olvidado de sus náuseas matutinas... y que seguía atada.

—¿Te sientes mejor? —le pregunto aún adormecido.

—¡Qué te importa! —me manotea para que la suelte y escupe, limpiándose la boca, mirándome de mala gana.

—Quítame esta mierda del tobillo. ¿No ves el desastre que hice por no poder ir al baño? —Está enfadada. Mucho. La tomo por el cuello, trayéndola hacia mí.

—¿Qué formas son esas de hablarle al padre de tu hijo?—

Ella gira el rostro, ruborizada. Y le planto un beso en la mejilla, sonoro.

—¿Qué haces? Acabo de vomitar...—

—Lo sé —la beso. No quiere corresponder, pero no me importa.

—No, Dante, no me beses de esa manera...—

Le agarro el culo, masajeándolo. Coloco sus piernas a cada lado de mi cintura. Sobre mi regaz
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