Cadenas.
Sol movió la cabeza de un lado a otro, empezando a despertar. Un fuerte dolor la atacó como un rayo, haciéndola abrir los ojos de golpe al volver a la realidad.
Se tocó el vientre, llorando desesperadamente.
—N-no, no, no... —Las manos le temblaban y, al jalar su pie izquierdo, sintió que lo tenía atado.
Se quitó la manta y vio la cadena en su tobillo.
—¿Q-qué es esto...? —murmuró aterrada.
Intentó mover el pie varias veces para deshacerse de ella, pero no lo lograba.
—¡Este maldito loco! —gritó, tocándose el vientre una vez más.
No sabía si su hijo seguía dentro de ella... o no.
—Dios, por favor... que mi hijo siga en mi vientre... —se empezó a morder el dedo, ahogada en llanto, justo cuando escuchó la puerta abrirse.
Dante entró con esa expresión tan peculiarmente aterradora. En las manos traía una bandeja con comida. Su camisa estaba ligeramente desabrochada y el cabello alborotado. Llevaba pantuflas con calcetas, como solía hacer cuando se relajaba en casa.
Sol giró el cuello, evi