LAS ADVERTENCIAS COBRAN VIDA.
Se interrumpió el sonido de la música; Francisco les dio vino a los oficiales como muestra de agradecimiento, los hombres se marcharon sonrientes.
—Ha sido una velada maravillosa —dijo Mariana agradeciendo a Francisco—, pero es hora de retirarnos, necesito descansar —Istvan hizo lo mismo.
—¿Le gustó la velada a usted, condesa? —se dirigió a mí.
—La experiencia fue muy agradable, pero al igual que Mariana deseo disfrutar del descanso.
—Entonces quedó satisfecho, sigan disfrutando de la travesía, mi barco es suyo —seguidamente tomó mi mano y la besó, a Arturo le dio un apretón de mano.
—¿No deseas que envíe a tu camarote alguna bebida? Tengo vinos de buena cosecha —Arturo permaneció un instante en silencio mientras Francisco le recomendaba algunos nombres de los vinos más finos. Me contempló y una sonrisa tierna se le escapó, una sonrisa que no creí que poseyera y que más tarde no volvió a aparecer.
——¿Tendrás una botella de Absenta? —Francisco enarcó una ceja ante la