En la mañana, el sonido suave de la lluvia contra las ventanas fue lo primero que Ana escuchó al despertar. Estiró lentamente los brazos y notó el lado vacío de la cama. Leonardo ya no estaba. Por un momento sintió un pequeño vacío, pero al girarse y ver la nota sobre la almohada, su corazón se calmó.
> “Buenos días, amor. Tuve que salir temprano a la oficina.
Esta noche hay un evento importante de la empresa. Quiero que vengas conmigo.
A las 7 paso por ti. Ponte algo que te haga sentir hermosa, porque para mí, ya lo eres.
— L.”
Ana sonrió con ternura, sosteniendo la nota entre los dedos. Acarició las letras escritas con tinta negra y suspiró. El simple hecho de que él quisiera presentarla oficialmente como su pareja la llenaba de emoción… y nervios.
Pasó la mañana entre lecturas y mensajes con Clara.
—Nada de ponerse sencilla, ¿eh? —le escribió su amiga—. Es tu debut como la novia del jefe.
Ana soltó una risita y le respondió con un emoji riendo. Aunque trataba de tomárselo con calma