CAPITULO 75- COMENZANDO A RENACER.
El amanecer se filtraba con suavidad a través de las cortinas. Ana tardó unos segundos en abrir los ojos. Todo a su alrededor tenía un aroma distinto, una sensación extraña de calma. La sábana era más suave de lo habitual, la cama más amplia… y al mirar hacia un costado, se dio cuenta de que no estaba en su habitación.
Frunció el ceño, un poco confundida. El reloj marcaba las nueve de la mañana. Se incorporó despacio, con el corazón latiendo un poco más rápido. Reconoció el mobiliario oscuro, el ventanal amplio y el olor leve a madera y perfume masculino. Estaba en la habitación de Leonardo.
Antes de que pudiera reaccionar, la puerta se abrió suavemente. Leonardo apareció, vestido con una camiseta blanca y pantalón oscuro, sosteniendo una bandeja entre las manos.
—Buenos días —dijo con voz baja, casi un susurro—. Espero no haberte despertado.
Ana se quedó mirándolo, todavía aturdida.
—¿Cómo… cómo llegué aquí? —preguntó, sujetando la sábana con cierta timidez.
Él sonrió con esa mezcla