Capítulo 18

Carlo la sostenía contra su pecho, su respiración pesada, su piel caliente contra la de ella. Pero no había suavidad en su mirada, solo una hambre que no parecía saciarse.

La besó con una intensidad que la hizo tambalearse, sus labios reclamando los de ella como si quisiera borrar cualquier pensamiento que no fuera él. Su lengua invadió su boca, posesiva, saboreando el rastro de sus propios pecados. María intentó resistirse, sus manos empujando débilmente contra su pecho, pero el calor de su cuerpo la traicionaba, derritiendo su voluntad. Él rompió el beso, solo para tomar su mano con firmeza, guiándola hacia abajo, hacia el calor húmedo que aún goteaba entre sus muslos.

—Toca —ordenó, su voz un gruñido bajo que vibró en su piel.

María se congeló, sus mejillas ardiendo de vergüenza. Negó con la cabeza, un gesto pequeño, casi infantil, pero Carlo no cedió. Apretó su mano con más fuerza, obligándola a deslizar los dedos por la piel resbaladiza de sus muslos, donde la evidencia de su des
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