Por culpa de un Anillo

Por culpa de un AnilloES

Romance
Última actualización: 2025-11-03
Nancy Lara  Recién actualizado
goodnovel16goodnovel
10
2 Reseñas
7Capítulos
26leídos
Leer
Añadido
Resumen
Índice

Liam, un abogado que prefiere evitar las bodas a toda costa, se ve atrapado en la peor de sus pesadillas: ser el padrino. Su única tarea, aparentemente sencilla, es encontrar los anillos perfectos. Lo que no esperaba era encontrarse con Isabel, una mujer decidida a mantenerse alejada del amor, y que pondrá a prueba su fobia (y su corazón) de la manera más inesperada. ©Todos los derechos reservados. Copyright © 2025 by Nancy Lara

Leer más

Capítulo 1

Capítulo 1. La Apuesta

Liam

—Por favor, amigo, tienes que ser tú —insistió Isaac, mi mejor amigo, con un brillo de súplica en los ojos.

—No, Isaac, ya sabes que no es que odie las bodas exactamente… simplemente no son lo mío.

—Pero soy tu mejor amigo, Liam, y te necesito a mi lado en este día tan importante —dijo, poniendo una cara de cachorrito abandonado que resultaba cómica en un hombre a punto de casarse.

—Puedes dejar de lado tu… ¿cómo lo llamas? ¿"fobia social"? Por una vez, por favor. Hazlo por mí —rogó.

—Oye, Isaac, no soy tu único amigo. Están Alan y Brian, somos un círculo pequeño, pero sólido. Pídeselo a uno de ellos —intenté razonar, tomando una de las carpetas de mi escritorio como una barrera física entre nosotros y la absurda idea de que yo fuera el padrino de su boda. Lo aprecio, es mi amigo, pero hay límites, y el mío está en cero fiestas, bodas especialmente, esos hervideros de mujeres desesperadas por encontrar marido.

Soy un hombre tranquilo, de la clase que prefiere la compañía de un buen libro al estruendo de una fiesta. La algarabía, el protocolo, el estrés... mis amigos y familiares conocían mi aversión, casi fobia, a este tipo de eventos. Por eso, la insistencia de Isaac en que fuera su padrino me picaba en la piel. La sola idea de un evento social con tanta atención encima me producía un nivel excesivo de ansiedad en el pecho.

—Sí, pero ellos ya tienen tareas asignadas —replicó Isaac, como si eso zanjara la conversación—. Pero tú, mi querido Liam, eres el más responsable de todos nosotros. Eres nuestro D´Artagnan, nuestro líder. Tienes que ser tú.

—No, Isaac… aparte, sinceramente, no tengo ni idea de qué se supone que hace un padrino. Te sugiero que busques a alguien con más… experiencia nupcial.

—Vamos, Liam, deja de ser tan amargado y aguafiestas. Además, toma esta "misión" como una terapia de choque para superar tu fobia al compromiso. Piensa en el futuro, cuando te toque desposar a una bella mujer. ¿Qué mejor oportunidad para adquirir experiencia y vencer tus miedos?

—Como abogado, te digo que tu argumento es falso y poco convincente —respondí, con una sonrisa burlona—. Menos mal que tú eres arquitecto y no te dedicas a la lógica.

—Está bien, veo que tendré que llamar a los refuerzos. Porque te juro que dejo de llamarme Isaac si no eres mi padrino —amenazó, sacando su celular y tecleando a toda velocidad. En ese preciso instante, mi teléfono vibró con una notificación.

Supe al instante que estaba mandando mensajes al chat grupal que compartíamos con Alan y Brian, los otros dos miembros de nuestra peculiar hermandad. Imaginé las quejas exageradas y los lamentos teatrales que estarían escribiendo sobre mi "terquedad". Así era Isaac, se ponía en "modo pesado" hasta que conseguía lo que quería. Y los otros dos, fieles a su estilo, siempre le seguían el juego.

Decidí limitarme a leer los mensajes, sin responder. Error, grave error. Eso solo empeoró las cosas. Decidieron que teníamos que vernos en "El Refugio", nuestro bar de siempre, para "unir fuerzas" y lograr convencerme.

—Pues Isaac, diles que no podré ir. Tengo muchísimo trabajo. Diles que no cuenten conmigo —le dije, con la esperanza de librarme de la encerrona. ¿De verdad creían que un par de tragos iban a ablandarme? No señores, cuando digo no, es no.

Pero como ya dije, Isaac es persistente hasta la exasperación. Y así fue como terminé llegando a "El Refugio", con él a mi lado, esperando a que aparecieran los otros dos conspiradores.

—¡Llegaron mis refuerzos! —gritó Isaac al ver a Alan y Brian acercándose a nuestra mesa.

—Bueno, ¿cuál es el plan? —preguntaron Alan y Brian al unísono, sentándose y pidiendo sus bebidas habituales.

—Ya les dije, bola de ineptos, que no hay ningún plan. No voy a ser el padrino. Punto —respondí, cruzándome de brazos. Los tres me miraron con una mezcla de desafío y complicidad.

Y bueno, entre trago y trago, y alguna que otra anécdota, empecé a relajarme. No recuerdo exactamente en qué momento alguien sacó una baraja de naipes, pero de repente estábamos jugando. La apuesta era clara: si yo perdía, sería el padrino; Si ganaba, yo elegiría quién entre Alan o Brian asumiría el "honor". Las primeras partidas fueron viento en popa, iba ganando con facilidad. Pero entonces llegamos a un empate entre Alan y yo. Si hubiera estado más atento, con los cinco sentidos puestos en la partida, me habría dado cuenta de la confabulación que se traían esos tres… esos malos amigos. En la última mano, la del desempate, creí ver la victoria al alcance de mis dedos, casi podía saborear el triunfo. ¿Pero saben qué pasó? ¡Perdí!

Golpeé la mesa con la palma, el sonido seco hizo que las cabezas cercanas voltearan. No me quedó otra que aceptar a regañadientes, con una mezcla de resignación y fastidio, mi destino como padrino de bodas.

Al día siguiente, con una resaca monumental que me martillaba la cabeza y un humor de perros, me encontraba en mi despacho, más nervioso que un flan. La idea de tener que encargarme de los anillos de boda me parecía una tarea titánica, una verdadera "misión" imposible. No tenía ni la menor idea de cómo se gestionaba algo así. El mundo de las bodas era un territorio completamente desconocido para mí.

En ese momento, sonó mi teléfono. Contesté con un gruñido:

—Pero si es mi dolor de cabeza favorito quien me llama, justo lo que necesitaba en estos momentos —dije con sarcasmo.

Escuché su risa sínica y burlona resonar al otro lado de la línea. Tuve que alejar un poco el teléfono de mi oído; el sonido agudo amenazaba con desencadenar una migraña instantánea.

—Pero si es mi "Padrino" favorito, siempre tan cariñoso y atento conmigo —dijo el muy canalla, con una ironía que me calaba hasta los huesos.

—Soy el único padrino, torpe —lo corregí, rodando los ojos.

—Cuánto amor desbordas, Liam. En fin, te llamaba solo para informarte que te estoy mandando una foto de los anillos. Son sencillamente perfectos. Así que tu misión, ahora que ya la has aceptado “a la fuerza, pero la has aceptado”, es conseguirlos.

—Está bien, Isaac. Deja que revise la foto y me ponga manos a la importantísima tarea de… conseguir un par de aros —respondí con sequedad, antes de despedirme.

Colgué y busqué la foto que me había enviado. Efectivamente, los anillos eran preciosos. Un diseño clásico pero elegante, con un delicado engaste de diamantes. A la prometida de Isaac le iban a encantar.

Los días siguientes fueron una tortura de brillo y terciopelo rojo. Me sumergí de lleno en la búsqueda, visitando joyerías desde las más tradicionales hasta las boutiques de diseño más exclusivas. Cero éxito. Parecía que los anillos perfectos se hubieran esfumado del mapa. Isaac me llamaba a diario... Empezaba a sentirme como un agente secreto fallido, cuya “misión” dependía de un par de aros. Hoy decidí tomarme un respiro; tanto ir y venir me tenía exhausto.

Le pedí a mi asistente, Lupita, que cancelara mis citas de la tarde. Una mujer de una eficiencia casi aterradora y, afortunadamente, de una calma exasperante, justo lo contrario a mi estado actual. Ansiaba llegar a casa y descansar.

—Sr. Sullivan, sus citas han sido reprogramadas —me avisó, pero noté que se me quedaba mirando—. Disculpe, ¿está todo bien? Lo noto algo tenso.

—Sí, este asunto de ser padrino de bodas me tiene así. Y lo peor es que no encuentro los dichosos anillos por ningún lado.

—Disculpe que me entrometa, ¿podría ver qué clase de anillo es? —Entonces busqué la foto que tenía en mi celular y se la mostré.

—Verá, tengo una amiga que trabaja en una joyería donde diseñan joyas por encargo. Podría ser esa la solución, ¿no cree?

—No se me había ocurrido. Si me das los datos, podría ir a verlos —Al fin veía una luz al final del túnel. Le di las gracias a Lupita, prometiéndole un bono extra.

Desplegar
Siguiente Capítulo
Descargar

Último capítulo

Más Capítulos

También te gustarán

Novelas relacionadas

Nuevas novelas de lanzamiento

Último capítulo

user avatar
Irma Pérez
suerte escritora ...️
2025-10-29 12:28:12
1
user avatar
Irma Pérez
me gusta el capítulo ...️
2025-10-29 12:26:04
1
7 chapters
Capítulo 1. La Apuesta
Capítulo 2. El amor es complicado
Capítulo 3. Belleza Impactante
Capítulo 4. Novia afortunada
Capítulo 5. ¡Una aventura nos aguarda!
Capítulo 6. Los tres locos amigos
Capítulo 7. ¿El Futuro Novio?
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP