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Capítulo 5. ¡Una aventura nos aguarda!

Liam

Después de hacer el ridículo frente a Isabel con mis nulos conocimientos joyeros, me dirigí a mi “guarida” a ahogar mi estrés en un trago. Mi cabeza aún daba vueltas con tanto quilate y medida. Pero al llegar a mi edificio, me quedé helado por la sorpresa.

Ahí estaban los tres mosqueteros, con esas sonrisas burlonas que solo ellos saben poner. ¡Claro que algo traían entre manos! Conocía a esos tres desde que éramos niños. Y aunque yo siempre fui el más sensato, reconozco que los quiero como hermanos.

Estuvimos jugando al póker durante un par de horas, pero cuando vi otros mazos de cartas desaparecer en el bolsillo de Alan, supe que era hora de parar. Era la señal. Tenía que salir de ahí.

—Creo que ya tuve suficiente póker por esta noche —dije, estirándome.

Isaac, con esa sonrisa traviesa que tanto conocía, me lanzó una mirada. — ¿Tan pronto te rindes, D'Artagnan? Pensé que eras más duro.

—Estoy más cansado que un perro viejo, Isaac. Y tú, ¿no crees que ya has ganado suficiente dinero esta noche?

— Yo propongo que cambiemos las cartas por copas. ¿Qué les parece? —sugirió Brian.

— ¡Buena idea! — exclamó Alan.

— No voy, ¿Y qué hay de los anillos? — pregunté, tratando de cambiar de tema—. ¿Cómo vas a conseguir el anillo de Karen?

—Tranquilo, amigo. — dijo Isaac — Será pan comido. Tengo una idea maravillosa.

— ¡Ojalá no se te ocurra nada demasiado elaborado! — le advertí, cruzándome de brazos.

— Relájate, ¿tú crees que soy tonto? — Isaac se pasó una mano por el pelo, luciendo una expresión de genio malvado. — Tengo una idea... un poco loca, pero va a funcionar.

Sacó un pequeño cuaderno desgastado de su bolsillo, abriéndolo con un gesto dramático, como si estuviera revelando los planos de un banco.

— He estado trabajando en esto — dijo, mostrándonos un detallado diagrama del departamento de Karen, dibujado con trazos temblorosos—. Verán, hay una ventana en el baño que da a la calle. Con un poco de suerte, y una escalera de mano, podrían... bueno, ya me entienden. ¡Serán como ninjas, silenciosos y letales!

Alan y Brian se miraron, sus ojos brillando con una mezcla de asombro y diversión.

— Eres un genio, Isaac —, exclamó Alan, chocando los cinco con él. — Siempre se te ocurren las mejores ideas.

— ¡Y tan sencillas! —, añadió Brian, examinando el diagrama. — Solo tenemos que asegurarnos de que Karen no tenga un sistema de alarma.

Me quedé mirando a mis amigos, atónito. — Chicos, ¿están seguros de que esto es una buena idea? — Pregunté, tratando de sonar lo más serio posible. — Podríamos terminar en la cárcel.

— ¡Exagerado! — exclamó Isaac, dándome un manotazo en el hombro. — Solo estamos hablando de tomar prestado un anillo por unas horas. Nadie saldrá herido.

— Además —, añadió Alan, — piensa en la aventura. Será como una misión secreta, como en las películas.

Suspiré. Conocía a mis amigos. Una vez que se les metía una idea en la cabeza, era imposible hacerlos cambiar de opinión.

— Un poco de caos y diversión nunca le hizo daño a nadie — Brian avanzó con entusiasmo, arrancando la hoja del cuaderno — Y, además, ¡una aventura nos aguarda!

— No, no, no … no cuenten conmigo para sus locuras — les dije señalando a esos tres locos. — No sería más fácil si nos dieras tu llave, para entrar al departamento en lugar de entrar por... la ventana. Si alguien nos ve, nos meteríamos en problemas por allanamiento de morada o por intento de robo.

— Mi adorado “padrino”, mi “amargadito”, por esto te quedas en el auto, sin que nadie te vea. Si a ellos dos los atrapan, tú vas a sacarlos de esos líos legales. Para eso eres nuestro abogado y amigo —, dice Isaac poniendo los ojos en blanco, riéndose con cinismo.

— Bien dicho —, le secundan los otros dos.

— Siempre eres el que nos saca de los líos — Brian, se acerca y me palmea la espalda.

— Además, hay que aprovechar hacer locuras, mientras podemos. Mira que ya tenemos un soldado caído en las redes del amor, y su destino es una boda inminente —, comenta Alan mientras se acerca al bar y nos sirve unos tragos de whisky.

— Liam, Liam, cuando vas a dejar tu amargura de lado, y unirte a nuestras locuras. Acuérdate que “la vida solamente se vive una vez”, así que disfruta y deja lo amarguetis de lado —, dice Isaac levantando su trago.

Muevo mi cabeza en negación. Nunca van a cambiar. Levanto mi trago y brindo con ellos. Aunque no se los diga muy seguido, ellos saben que los adoro. Han estado para mí en mis malos y oscuros momentos, así como yo estoy para ellos.

— ¿Quién será el siguiente en dejar la soltería? — preguntó Brian. — Esto es como un efecto dominó: cae uno y le siguen los demás.

— No sé, — dijo Isaac — pero lo que es seguro es que Liam no será el próximo. Con ese carácter, ¿quién lo va a aguantar?

— Hay que hacer una quiniela — propuso Alan — y el que gane se lleva un viaje todo pagado a una playa paradisiaca.

Así es como siempre terminamos: apostando, riendo y disfrutando de nuestra amistad. Le ponen sabor a mis días. Entre risas y apuestas, brindamos por nuestra hermandad inquebrantable.

— ¡Un brindis por D'Artagnan y sus tres mosqueteros! Que lleguemos a viejos así de unidos. ¡Uno para todos..."

— "... y todos para uno!" — gritamos en un segundo brindis, chocando nuestras copas.

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