Mundo ficciónIniciar sesiónIsabel
Después de que mi cliente de hoy, Liam P. Sullivan, de Pearson & Hardman, S.C., agendó una cita para dentro de dos días, me quedé observando su tarjeta.
Mi mente divagó, soñando despierta. Recordé sus grandes manos, el ligero roce de su piel bajo la mía cuando me probó el anillo. Sentí de nuevo el calor que me había invadido cuando sus intensos ojos azules se encontraron con los míos. Su presencia llenaba el lugar, eclipsando cualquier otro pensamiento.
¡Mi sexy cliente se había convertido en mi crush! ¡Por Dios! ¿En qué estaba pensando? Me avergonzaba, y jamás de los jamases se lo contaría a nadie, pero sentí cómo se me humedecía la ropa interior en ese instante.
Por supuesto, estaba acostumbrada a ser la modelo de algunos clientes, pero Liam Sullivan no había pedido permiso; irradiaba una seguridad que rozaba lo posesivo. Ese simple gesto me había dejado completamente en shock y acalorada.
Su delicioso aroma, una estela embriagadora que combinaba la frescura de la mandarina con la calidez profunda de la madera de sándalo, me había dejado completamente intoxicada. Definitivamente tengo que conseguir ese perfume, pensé, sintiendo un ligero rubor.
Negué con la cabeza al recordar su cara de póker cuando le hice preguntas sobre los gustos de su novia. ¡Sería el colmo que no recordara la fecha de la boda! Faltaban tres meses; si mis cálculos no fallaban, teníamos buen tiempo.
Pienso en lo afortunada que es su novia al tener a tan bello espécimen masculino, con esa aura que desprendía sensualidad. Mientras que a mí solo se me acercaban "sapos" vestidos de "príncipes".
—¡Amiga, tenemos dos meses para que cancele la boda! —Lisa se acercó por detrás, dándome un susto de muerte.
—"Tenemos" me suena a "vamos a robar un banco" —dije con mi mejor sarcasmo. Dios, que no se apunte. Liam es mío. ¿En qué estoy pensando? pensé para mis adentros, reprimiendo una sonrisa nerviosa.
—Ay, por favor, no seas ingenua. Te sorprendería saber que a ese nivel aún existen los matrimonios por conveniencia —dijo Lisa con una mirada penetrante. Hizo una pausa, mirándome con una chispa en los ojos—. Así que, si no eres tú… pues pueda que sea yo.
Vi cómo se daba media vuelta con un movimiento de caderas y se perdía al fondo, dejando tras de sí una estela de perfume caro, pero desagradable. Lisa es exuberante y hermosa, lo reconozco. Pero, ¿será el tipo de Liam? Rayos, ¿en qué estoy pensando? ¡Si ni siquiera lo conozco bien! Me reprendí mentalmente.
Me concentré en mi trabajo y me dirigí al despacho de Claire para informarle que el señor Sullivan vendría en dos días. Al entrar, me recibió una Claire con una sonrisa radiante.
—¿Te has dado cuenta de cómo te miraba? —preguntó Claire con una ceja levantada.
—No, porque estaba demasiado concentrada en no caerme redonda justo cuando me estaba poniendo el anillo. Creo que hubieras tenido que salir corriendo a pedir una ambulancia —le dije exageradamente, llevándome una mano al pecho en señal de dramatismo.
Claire soltó una carcajada—. Pues yo sí me di cuenta. Por casualidad salí a dejar unos documentos y los vi. Cariño, te miraba como si fueras de su propiedad, como si no quisiera dejarte escapar —me dijo con una emoción palpable en la voz.
—¡Mmm! No lo creo, estás exagerando. Además, seguro que estaba pensando en su futura esposa.
—¡Qué no! Tendrías que haberlo visto desde mi perspectiva. Sus ojos… brillaban. Parecía… no sé, fascinado.
—Ambas sabemos que eso es imposible, Claire. Y no me des cuerda, que luego me hago ilusiones. Además, te recuerdo que he renunciado al amor —dije con una sonrisa triste.
—¡Oye! Con soñar no se pierde nada —me respondió suspirando—. Y quién sabe, a lo mejor este es el principio de algo… —me guiñó un ojo.
—No lo sé, Claire. Ya te dije que he renunciado al amor. Además, él está a punto de casarse.
—Tonterías. Siempre hay un roto para un descosido —dijo con una sonrisa pícara, conociendo a la perfección mi debilidad por los hombres inalcanzables—. Quizás él sea tu roto y tú su descosido. A lo mejor ese matrimonio no llega a celebrarse.
Me di media vuelta y regresé a mi puesto de trabajo. Ah, la vida. ¿Por qué las cosas buenas siempre parecen estar tan lejos y las malas tan cerca? Si alguien encuentra el manual de instrucciones para la felicidad, que me avise. Mientras tanto, me conformo con soñar.
Vuelvo a casa hecha polvo después de un día de locos. Solo quiero llegar a mi cama, pero antes tengo que tomar un baño caliente y una copa de vino.
Cierro los ojos y me dejo llevar por la fantasía. Imagino sus ojos azules clavados en los míos, el calor de su cuerpo rozando el mío. Siento el roce suave de su barba contra mi piel y el peso de sus manos en mi cintura. El sonido del agua y el aroma de las velas perfuman el aire mientras me pierdo en un beso apasionado. Pero entonces, la realidad me golpea como un balde de agua fría. Liam está a punto de comprometerse. Mis fantasías son solo eso, fantasías.







