Inicio / Romance / Por culpa de un Anillo / Capítulo 6. Los tres locos amigos
Capítulo 6. Los tres locos amigos

Liam

Tuve una noche tranquila y en paz. Antes de que ese trío se fuera, les hice prometer que usarían las llaves del departamento de Karen para entrar. Sin embargo, no podía dejar de pensar en Isabel. Mientras revisaba mis pendientes, mi mente divagaba hacia ella. Sus ojos oscuros, su sonrisa... cada detalle se grababa en mi memoria. No podía esperar a volver a verla.

Me preparé para un día largo. Mi mañana transcurrió entre citas, papeles y la constante preocupación de si mis amigos habrían logrado su "misión ninja" sin ser descubiertos.

—Jefe, ¿pudo solucionar el problema con los anillos? —me preguntó Lupita, al entrar para dejarme unos documentos.

—Sí, afortunadamente la señorita Isabel me ha asesorado y mañana tenemos una cita Isaac y yo para empezar con el diseño —le informé—. Por cierto, tienes mi agradecimiento y tu bono extra.

— Gracias, Jefe. Sé por mi amiga Claire que la señorita Isabel González es muy profesional, confiable y… hermosa. Aparte de que es soltera y muy simpática —me dijo Lupita, con una sonrisa cómplice.

Me hizo gracia. Eso era lo que estaba pensando toda la mañana.

—Muy hermosa —y "sexy", bueno, eso solo lo pensé. No iba a decirle más a mi asistente. ¡Pero qué carajos estoy pensando! Si apenas la conozco...

—Me da gusto haber ayudado. Verá que todo sale bien —me dijo, al salir de mi despacho.

Guardé los papeles en mi maletín. Justo cuando iba a tomar mi saco, mi teléfono vibró en el bolsillo. Era Isaac. Con una mezcla de curiosidad y aprensión, contesté.

—¿Isaac? ¿Qué pasa?

—¡Liam, es un desastre! —La voz de mi amigo sonaba agitada—. ¡Tenemos un pequeño problema!

Fruncí el ceño. Sabía que "pequeño problema" en el vocabulario de Isaac significaba algo mucho más grande.

— ¿Qué ha pasado? —pregunté, tratando de mantener la calma.

—Bueno, verás... No hubo cena romántica y Karen llegó antes. ¡Con sus padres! Alan y Brian ya estaban dentro del departamento, pero ahora están escondidos en el armario. ¡Mis suegros están en la sala! ¡Y no pueden salir!

Sentí que el corazón se me aceleraba. —¿Cómo? ¿Y qué hicieron?

—¡Están en el armario! Se va a ver raro que los encuentren ahí, conociendo a Karen va a sospechar. ¡Necesito tu ayuda!

— ¿Cómo es posible que estén los dos en un armario? ¿Por qué algo tan simple siempre lo complican? —dije, con sarcasmo.

—Necesito que vayas a ayudarles. ¡Ve y distrae a Karen y a mis suegros! Así pueden salir, tomar uno de sus anillos y fingir que acaban de llegar. ¡Tú serás nuevamente el salvador de ellos!

Me quedé pensando unos segundos. La idea no me entusiasmaba en absoluto, pero sabía que no podía dejar a mis amigos solos en este lío.

—Está bien, pero si los descubren, no me echen la culpa. Ustedes se lo buscaron y tendrán que enfrentar la furia de Karen. Y el elemento sorpresa del anillo se va a ir al carajo por sus tonterías.

—¡Tranquilo! Todo saldrá bien, ¡confía en nosotros! —me aseguró Isaac.

Una hora después, respiré hondo y toqué el timbre del departamento de Karen. Sabía que el tiempo era crucial. La puerta se abrió, revelando a Karen, luciendo un vestido casual pero elegante. A su lado, estaban sus padres, quienes me saludaron con una sonrisa amigable.

—¡Liam, qué sorpresa! —exclamó Karen—. No esperaba verte por aquí.

—Hola, Karen —respondí, tratando de actuar con naturalidad—. Hola señores.

— ¿Qué te trae por aquí? —preguntó el padre de Karen, invitándome a pasar.

—Bueno, verán... —comencé, buscando las palabras adecuadas—. Tenía que hacer unas cosas por aquí cerca y pensé en saludarlos. Además, Isaac me pidió que nos viéramos aquí. Quiere consultarme algo sobre la cuestión legal de un nuevo contrato.

Karen asintió, un poco confundida. —Sí, claro. Pero no sabía que vendría Isaac. Me dijo que estaría ocupado. Pero mis padres regresaron de viaje, y aprovecharemos a ponernos al día con los preparativos de la boda.

—Sí, pero... —hice una pausa, fingiendo recordar algo—. Me mandó un mensaje y me dijo que nos viéramos aquí. Ya lo conoces, siempre tan espontáneo.

Los padres de Karen intercambiaron una mirada de sorpresa. Karen, por su parte, enarcó una ceja, pero asintió.

—Está bien, pasa. Te ofrezco un café mientras llegan.

Una vez dentro, me esforcé por mantener la conversación fluida. Les pregunté a los padres de Karen sobre su viaje, elogié el nuevo corte de cabello de Karen y hasta me interesé por la receta del pastel. Todo esto, mientras mi mente trabajaba a toda velocidad, calculando cuánto tiempo más necesitaban mis amigos.

—Y, ¿cómo van las cosas en la oficina? —preguntó Karen, sacándome de mis pensamientos.

—Todo marcha bien —respondí—. Y hablando de trabajo... ¿A ti cómo te va entre tu trabajo y coordinar los preparativos de la boda?

—Pesado, pero emocionante —asintió Karen—. Además, me ayudan mis amigas. Deja te muestro lo que hemos avanzado, voy por la tableta a mi habitación.

Mientras Karen se alejaba, sentí un escalofrío. Mis amigos atrapados en el armario. ¡Qué no los encuentre!

Karen regresó con la tableta y comenzó a revisar los bocetos de vestidos y flores. Le pregunté sobre algunos detalles para darle mi opinión. De repente, se escuchó un fuerte golpe proveniente del patio trasero.

— ¿Qué fue eso? —preguntó el padre de Karen, levantándose de su asiento.

—No lo sé —respondió Karen, con el ceño fruncido.

Minutos después, la puerta principal se abrió de golpe, revelando a Isaac, Alan y Brian, cubiertos de polvo y con una expresión de sorpresa en sus rostros.

—¡Liam! —exclamó Isaac—. ¡Menos mal que estás aquí! Hubo un pequeño... accidente en la bodega donde guardabas unos muebles de tu familia.

Los miré, tratando de disimular mi alivio. Misión cumplida, pensé.

—¿Accidente? ¿Qué bodega? —preguntó Karen, confundida.

—Ah, la bodega —intervine, tomando el control—. Sí, parece que estaba fallando la tubería. Nada grave, espero, pero necesitamos revisar eso.

— ¿Explosión? —repitió el padre de Karen, preocupado—. ¿Están todos bien?

—Sí, sí, no se preocupen —aseguró Isaac—. Todo está bajo control.

—Hola a todos y adiós. Te veo luego, cariño — le dijo Isaac a Karen dándole un beso en la mejilla. Ella solamente asintió con la cabeza mirándolo sospechosamente.

Con una sonrisa nerviosa, me despedí de Karen y sus padres, agradeciéndoles por el café y prometiendo volver pronto. Una vez en la calle, los tres locos de mis amigos soltaron una carcajada de alivio.

—¡Lo logramos! —exclamó Isaac—. ¡Somos unos genios!

—Sí, pero la próxima vez, ¡yo no me escondo en el armario! —dijo Brian, sacudiendo el polvo de la ropa.

Negué con la cabeza, divertido. Mis amigos eran unos desastres, pero al final siempre lograban salirse con la suya. Y yo, como siempre, estaba ahí para rescatarlos de sus propias travesuras.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP