Clara Almonte estaba en su habitación de la mansión familiar cuando Rafael irrumpió sin tocar. Ella estaba revisando bocetos de su colección de tesis, rodeada de papeles y telas que lucían prometedores en su mente pero mediocres en la realidad.

—Tenemos que hablar —dijo Rafael, cerrando la puerta tras él.

Clara levantó la vista, molesta por la interrupción.

—¿No puedes tocar antes de entrar?

—No cuando se trata de esto —Rafael arrojó su teléfono sobre la cama de Clara—. Lee.

Clara tomó el teléfono y vio un correo abierto. Era de Luca Franzani, dirigido a Rafael, informándole sobre el cambio en los planes de boda y la participación de Isidora en el Concurso de Diseñadores Emergentes.

Clara leyó el mensaje una vez. Luego otra. Las palabras se clavaban en su cerebro como cuchillos.

"Isidora Almonte participará en el concurso..."

"Posponer la boda hasta después del evento..."

"Oportunidad para revitalizar Casa Almonte..."

—No puede ser real —murmuró Clara, sus dedos apretando el teléfono—.