Matteo llevaba tres días evitando el tercer piso de la mansión. Tres días de escuchar a Caterina mencionar casualmente que "la señorita Almonte está trabajando maravillosamente" o que "el señor Clarck trajo más materiales esta mañana". Tres días de imaginarse a Isidora riendo con Diego mientras él se pudría en su estudio con una botella de whisky.

Tres días fueron suficientes.

La mañana del cuarto día, Luca lo llamó a su oficina en Franzani Atelier.

—Siéntate —ordenó su padre sin preámbulos.

Matteo obedeció, reconociendo el tono. Era el mismo que Luca usaba antes de cerrar un trato importante o despedir a alguien.

—Han pasado cuatro días desde que te pedí que le dieras espacio a Isidora —comenzó Luca—. Y según tengo entendido, has interpretado "espacio" como "ausencia total".

—Me dijiste que no la presionara.

—Te dije que no la asfixiaras. Hay una diferencia —Luca se reclinó en su silla—. Matteo, esa niña está trabajando en el tercer piso de tu propia casa. ¿Y no has subido ni una sola