El ambiente estaba cargado de tensión, una chispa era lo único que se necesitaba para encender la explosiva e inminente confrontación. Las últimas palabras de Alexander resonaban aún en el espacio, la amenaza tan clara y letal como una daga al descubierto.
…te toca ser a ti parte de trabajo sucio que haré con mis propias manos.
Dimitri, humillado y furioso, apretó los puños intentando mantener su compostura. Hasta cierto punto,  muy en el fondo, encontraba la ironía casi halagadora.
Años atrás, Alexander le había salvado la vida. En el presente, si perdía contra él, le quitaría la vida con sus propias manos.
Un escalofrío lo estremeció de pies a cabeza, ese fugaz pensamiento sembró una certeza demoledora.
—¿De verdad crees que puedes acabar con nosotros? ¿Crees que puedes controlarlo todo, Alexander? —escupió Dimitri con un tono mordaz, su mirada llena de veneno—. Tu problema es que siempre te has quedado corto. Siempre has tenido miedo de dar ese paso hacia el verdadero poder.
»¡Pero