La noche había caído sobre Crestview, cubriendo la ciudad con un manto de sombras y luces artificiales. Los húmedos días de agosto comenzaban a ponerse más fríos, anunciando la próxima llegada del otoño.
Dentro del Oblivion Lounge la atmósfera era sofocante, cargada de música electrónica y risas desinhibidas. El olor a tabaco, alcohol y perfumes costosos llegaba a ser asfixiante. Sin embargo, los clientes parecían estar en el paraíso, disfrutando de un desenfreno vagamente disimulado.
Emilia navegaba entre las mesas con su bandeja llena de bebidas para una mesa de universitarios; intentando por todos los medios ignorar el cosquilleo persistente en su nuca. No importaba si empezaba a acostumbrarse, seguía siendo incómodo sentirse vigilada. Parecía que desde esa noche en el auto, tras el evento en Silver Veil, Alexander la mantenía bajo su escrutinio en todo momento apenas ponía un pie dentro del club.
—Emilia, el SP[1] número cuatro necesita nuevas bebidas —le avisó una supervisora con