En el Oblivion Lounge, Alexander Sidorov conversaba con Dimitri Sokolov, su socio del club y otros negocios menos legales. Mientras el hombre parecía un tanto nervioso en presencia del rubio, parloteaba sin cesar sobre un cargamento que había llegado incompleto. Alexander lo observaba con ojos aburridos, cuando Ivan entró a la oficina sin avisar.
Se inclinó sobre el odió de Alexander, susurrando en voz queda y en un ruso rápido.
—Emilia no vino a trabajar hoy, no fue al restaurante tampoco. Nuestra gente en la estación de policía me contactó. Emilia atacó a un hombre y casi lo mata —explicó con su tono impersonal—. El hombre se encuentra fuera de peligro ya, pero es un agresor repetitivo, así que la policía no presentó cargos contra ella. Lo catalogaron como defensa propia. El hombre estaba atacando a una adolescente y ella la salvó. El tal detective Hayes se hizo cargo de todo. Sin embargo, los paramédicos que se llevaron al hombre dicen que era un amasijo de sangre, huesos rotos y c