Ravi notó el silencio de ella por unos instantes, como si estuviera luchando contra sus propios pensamientos. Con delicadeza, tomó a la pequeña de sus brazos, besándole la cabecita dormida. Sintió la ligereza del cuerpecito infantil acurrucándose y, entonces, se oyó la justificación de ella:
— Por May. Creo que el interior es un lugar mejor para criarla.
Aquellas palabras sonaron falsas. Él lo percibió en el mismo instante: no era una mentira cualquiera, sino una que parecía gritar por auxilio. Era como si pudiera verla por dentro, como si la conociera desde hacía años y cada una de sus mentiras estuviera escrita en su expresión.
Ravi se inclinó ligeramente hacia adelante, mirándola con intensidad.
— ¿Y sobre tu patrón abusivo? ¿No piensas reclamar tus derechos? Puedo ayudarte con eso, conozco buenos abogados laboralistas…
Malú negó rápidamente con la cabeza, casi como un reflejo automático.
— ¡No! No es necesario. Ya lo decidí. Me iré. Al fin y al cabo, estoy segura de que cons