En cuanto los hombres terminaron de escuchar las órdenes de Ravi y salieron del despacho, él notó que Malú había quedado callada y nerviosa otra vez. Se acercó a ella con cuidado y preguntó:
—¿Qué pasa, princesa? ¿Estás nerviosa por causa de los hombres? Perdona, olvidé que no te sientes bien en presencia de extraños y terminé poniéndote en…
—¡No, Ravi! —lo interrumpió ella, con la voz firme pero aún cargada de ansiedad—. No estoy nerviosa por eso. Estoy nerviosa porque sé que tuviste que contratar a tantos hombres por mi culpa. Porque yo decidí quedarme… me siento culpable de quitarte la paz y…
—¡Escucha, Malú! —cortó Ravi, con la voz suave pero determinada—. Tú no tienes la culpa de nada de lo que viene ocurriendo últimamente. El único culpable es ese hombre. Y, como ya te dije, solo me quitarías la paz si realmente no hubieras aceptado quedarte. En cuanto a los hombres, los habría contratado aunque no te quedaras. Al fin y al cabo, tú misma me dijiste que Viktor es vengativo. As