Capituló 5

Castiel coloca su mano dónde cree que es la cintura de esta pequeña chica, ya que el enorme abrigo que trae le impide saber con exactitud si es donde está la zona que quiere tocar, solo confía en su instinto y en las múltiples veces que ha visto la anatomía de las mujeres. Sintiéndose confiado la abraza sintiendo su diminuta cintura. Quedado impactado sin poder creer lo que esconde esa joven debajo de esa gigantesca prenda.

Al hacer ese movimiento pega más su rostro en su cuello. A pesar de tener la vista un poco borrosa pudo contemplar esa linda zona, ese fino cuello y esa tersa piel haciendo que su delicado y suave olor sea percibido por sus fosas nasales. Dejándolo impresionado. Más bien deseoso. Esa sensación que siempre siente cuando quiere a esa mujer en su cama.

Causando que apriete con un poco más de fuerza su cintura haciendo que empiece a sentir algunas sensaciones familiares en su entrepierna. Que le agradan y a la vez le incomodan. Debido a su situación actual. Porque si estuviera completamente bien ya tendría a esta joven detrás de aquel contenedor de basura gimiendo y gritando su nombre.

—¡Señor, por favor compórtese o lo dejaré tirado aquí y se tendrá que ir arrastrando hasta su vehículo! —lo amenaza la chica.

—Disculpe, es que usted es muy linda… (hip) —declara Castiel impactado por la respuesta de esa joven que tiene una lengua bastante filosa. Es como si no tuviera miedo de decir lo que piensa.

—Típico de hombres como usted, solo ven a una escoba con falda y corren tras ella —menciona la joven haciendo que Castiel le dé un poco de risa su ejemplo que le ha puesto.

—¿Sabe quién soy? —aprovecha la oportunidad para saber si puede confiar en ella.

—Un hombre borracho, prepotente y arrogante —contesta la pequeña joven. Sin siquiera detenerse a verlo.

—Es verdad —acepta Castiel—, ¿pero sabe mi nombre?

Yestin al oír esa pregunta no se mueve y mira de reojo al enorme hombre a su lado. Aunque es de noche, la poca luz del callejón deja ver un poco de su rostro, es muy guapo, nariz respingada, cejas un poco gruesas, ojos azul grisáceo, el cabello marrón miel y unos labios legados.

—No y no me interesa saberlo, además es como si yo le preguntara si me conoce y usted no sabe quién soy —responde ella con sinceridad. —Solo somos unos simples extraños ayudándose.

—Tiene razón —acepta Castiel. Solo se le queda mirando.

Esa respuesta causa en Castiel una satisfacción muy extraña una frescura inesperada porque nunca en su vida la había sentido y es estar al lado de alguien que no lo conociera. Y sin tener que fingir lo que siempre le han inculcado. Que es ser un hombre Perfecto.

—Me presento, mi nombre es Castiel De la Rua —se presenta el lanzando todas las cartas sobre la mesa. Esperando que su apellido no lo delate.

Aunque sin apartar la vista del bello y delicado rostro de la chica que no tiene expresión alguna.

—Mucho gusto Castiel, mi nombre es Yestin Valenzuela —también se presenta ella ante ese hombre enigmático—, pero continuemos o no llegaremos a su auto esta noche.

Los dos continúan y el aprovecha para seguir conociendo a esa joven.

—Tiene razón —acepta Castiel.

—¿En qué?

—He estado tomando por problemas familiares, me están obligando a casarme en menos de un mes —le cuenta con mucha sinceridad a la chica.

—Creo que ese no será un problema para usted —expresa la chica con tono serio. Causando más intriga en Castiel.

—¿Por qué lo dice?

Indagó Castiel cautivado por las palabras y respuestas de la joven que no deja de impresionarlo. Y está más que interesado en que es lo que pasa por su mente.

Yestin siente la mirada de ese hombre que no deja de verla. Es como si quisiera descifrarla. Al principio la intimidaba ese hombre, pero ella es una persona sincera y no le interesa si él se molesta. Así que habla sin miedo.

—Es un hombre bastante atractivo como para no tener a miles de mujeres detrás de usted —habla la chica con un tono muy normal, como si hablara con cualquier persona.

—Tiene razón, pero no quiero a cualquier mujer. Quiero a una mujer que sepa usar su cerebro, decidida y sobre todo que tenga carácter para sobrevivir a la adversidad de mi mundo —confiesa muy claramente Castiel, sintiendo como si un peso se fuera de sus hombros y admite que necesitaba hablar con alguien.

—Es un poco exigente, ¿no lo cree? —añadió ella.

—La verdad es que no me conformaría con poco, ¿o usted sí aceptaría a cualquiera? —declaró Castiel.

—Cierto, pero creo que es suficientemente capaz de encontrar una chica que cumpla con sus expectativas —menciona Yestin, sintiendo que el peso de Castiel está cada vez más sobre ella—. Aunque sabe, ¿tengo una duda?

—¿Cuál es esa duda? —pregunta él para saber qué es lo que ronda en la cabeza de esta chica que lo está empezando a cautivar.

—¿Por qué lo están obligando a casarse? —pregunta Yestin un tanto curiosa—, ya no estamos en los tiempos medievales donde los familiares elegían con quién casarse y no creo que un hombre tan enigmático como usted se deje manipular de esa manera.

Cada palabra que sale de la diminuta boca de esa mujer es como si estuviese pensada con mucho cuidado y es como si ella le dijera toda la verdad que necesitaba escuchar. Por más que le duela, es una cachetada con guante blanco.

—Estoy de acuerdo con usted, no me gusta ser manipulado por nadie… hip…, pero las razones son muy distintas en mi caso y es que soy el único en el que mi abuelo confía para dejar todo su emporio en vez de las manos del vividor de mi tío —le cuenta un poco más de sus problemas.

—Entonces, si su abuelo no quiere dejarle su empresa o negocio a su tío, ¿qué tiene que ver que usted se case tan rápido? —Yestin sigue indagando porque no entiende la razón del matrimonio.

—Porque aparte de mí no hay más descendientes hombres; si a mí me llegara a pasar algo, mi tío reclamaría todo y es lo que no quiere mi abuelo —menciona Castiel y no sabe cómo ha sido capaz de lograr decir todo eso frente a una desconocida.

—Ya veo, el matrimonio es en sí la razón para que usted tenga un hijo, ¿o me equivoco? —Castiel asiente con la cabeza porque esa joven es muy lista—. ¿No tiene hermanas?

—Si una… (hip)… —Acepta, Castiel.

—Y su abuelo no acepta a una mujer al mando —manifiesta Yestin.

—No, mi abuelo pertenece a los antiguos pensamientos y además no ve a mi hermana como opción porque algún día se casará y no dejará que la empresa se quede en manos de un desconocido —expreso él. Conoce perfectamente bien a su abuelo y sabe perfectamente que prefirió venderla antes de permitir que alguien ajeno tome las ruedas de la empresa que le tomó años forjar.

—Qué machistas —murmura Yestin inconforme con esos anticuados pensamientos—, una mujer vale igual que un hombre.

—Tiene ideas muy interesantes, señorita Valenzuela, y eso que pertenece a un… —Castiel hace una porque no sabe si ella se molesta si menciona que pertenece a un club nocturno.

—Dígalo. A un burdel —menciona Yestin un poco indignada. Porque la está juzgando sin siquiera conocerla. Creyendo que todas las que están aquí son iguales.

—Lo siento… (hip)… —se disculpa Castiel.

—No se preocupe, estoy acostumbrada a que hombres como tú digan que por pertenecer a un lugar de estos nosotras no tengamos ideas, sueños y sobre todo superarnos. —Creen que solo servimos para sus más bajos deseos —lo regaña Yestin, sintiéndose molesta porque ella en el fondo sabe que solo vive ahí, pero ella no forma parte de las mujeres que dan su cuerpo por unos billetes. Que no tiene nada de malo, es un trabajo.

Castiel ha escuchado lo que dijo Yestin sintiéndose culpable y está por decirle algo para retractarse cuando voltea a verla; no sabe si es por el efecto del alcohol, pero ve a la pequeña joven casi opacada por completo por su corpulento cuerpo. No es tan fea; su cabello es lindo, agarrado en una bolita sobre su cabeza, tiene lindo rostro, sus ojos son de diferente color que el suyo, su boca pequeña con unos labios un poco gruesos, cejas muy bien arregladas, nariz pequeña y redonda. Su ropa puede cambiar; lo mejor de todo es que es sincera, tiene ideas muy interesantes y le agrada cómo piensa. Así que se le ocurre una arriesgada idea.

—¿Señorita Valenzuela, se casaría conmigo?…

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