El cielo de Moscú, ese amanecer grisáceo y gélido que parecía arrastrar la noche con él, apenas se aclaraba cuando Alexandra descendió del vehículo escoltada por su chofer. El abrigo negro que envolvía su figura contrastaba con su cabello rubio recogido en una coleta elegante. Cada paso que daba exudaba seguridad, dominio, presencia. No era simplemente una heredera, era una líder forjada entre acero, joyas y decisiones firmes.
Había llegado al "Sneg Rojo", un restaurante reservado exclusivamente para las élites empresariales rusas. Allí tendría un desayuno importante con algunos aliados clave de la filial de Morgan Enterprises, y aunque llevaba el día marcado por la planificación, no estaba preparada para lo que sus ojos encontrarían.
Porque apenas cruzó el umbral de aquel lugar silencioso, elegante, forrado en madera oscura y mármol, sus ojos tropezaron con los de él.
Mikhail Baranov.
Estaba sentado al otro extremo del salón, en una mesa con vista a la ventana helada que dejaba ver e