Alexandra Morgan se había sumergido desde temprano en reuniones interminables, repasos de informes financieros, análisis de contratos, y una revisión minuciosa de cada uno de los movimientos internos de Morgan Enterprises. Sabía que no podía permitirse un solo error. Cada paso que daba era observado, evaluado, y probablemente, también saboteado.
La amenaza contra su empresa ya no era una sospecha: era un hecho. Aunque aún no tenía pruebas concluyentes, los indicios eran demasiado evidentes como para ignorarlos. Había visto las filtraciones en las cuentas secundarias, las caídas misteriosas en las acciones justo después de reuniones privadas, y la actitud evasiva de ciertos miembros del consejo. Su instinto empresarial, forjado a base de sangre y traición, le decía que alguien estaba preparando un golpe.
Y, lo que era aún más inquietante, Alexandra sospechaba que ese golpe no sería solo contra Morgan Enterprises… sino contra ella.
La jornada avanzó implacable. Natalia apenas tuvo ti