El reloj marcaba las once de la mañana cuando Natalia entró a la oficina principal con un sobre elegante en la mano. Alexandra revisaba algunos informes cuando alzó la vista, curiosa por el gesto de su asistente.
—¿Qué es eso? —preguntó mientras dejaba la pluma sobre el escritorio.
—Una invitación, señorita Morgan —respondió Natalia, depositando el sobre frente a ella—. De parte del señor Antonov. Lo invita a usted a acompañarlo a la Cena Empresarial de mañana por la noche. Es una Cena muy tradicional de Empresarios para distraerse aquí en Rusia.
Alexandra arqueó una ceja, tomó el sobre y lo abrió con cuidado. El papel era fino, decorado con detalles dorados y letras negras elegantes. Un evento tradicional entre empresarios rusos, organizado cada trimestre para estrechar lazos comerciales. Sabía que asistir formaba parte de sus deberes, pero lo que la sorprendía era la invitación directa de Antonov.
—Además también se toma el atrevimiento de invitarla a almorzar hoy —añadió Natali