El aroma del café recién hecho se expandía por la cocina, mezclándose con el leve sonido del agua cayendo sobre los cristales. No era lluvia intensa, sino ese tipo de llovizna constante que convertía las mañanas en algo pausado, casi contemplativo, típico clima de Nueva York. Brooke sostenía la taza entre las manos, distraída, mientras sus pensamientos viajaban a demasiados frentes a la vez.
El eco de la traición de Maksim seguía pesando en el ambiente. Y aunque Aleksei había salido en su busca la noche anterior, aún no había noticias. La casa estaba más silenciosa que nunca. Aaron había permanecido toda la noche de guardia, asegurándose de que Brooke y Lía estuvieran protegidas.
La chica estaba tan absorta que no notó los pasos hasta que Lía apareció en la cocina, enfundada en un pantalón de chándal y una sudadera amplia. Tenía el cabello recogido en un moño improvisado y un leve gesto de cansancio en el rostro.
—Te has levantado temprano —comentó con una media sonrisa, sirviéndose s