Silencios peligrosos (1era. Parte)
Dos días después
Málaga
Iván
Sostener una mentira exige más que palabras, y eso lo sabía a la perfección. Mi fachada de hijo ilegítimo de Eduardo Del Valle estaba blindada con fotos, cartas, pruebas de ADN y una historia bien armada sobre el supuesto vínculo de mi madre. Pero el cabrón de Ramiro parecía haber encontrado un cabo suelto… o tal vez solo eran sospechas ligadas a la ocupación de Inés Negrete. Aun así, defendía mi fachada con uñas y dientes, y ceder a otra prueba jamás fue una opción.
Lo que no esperé fue su jugarreta con la orden del juez. Lo admito: bajé la guardia por andar distraído con mi relación con Camila. Y, como cualquier acusado arrinconado, no opté por el silencio: pedí mi llamada, mi salvavidas. En este caso, Lucas.
Y ahí estaba, frente a Ramiro, clavándole la mirada encendida ante su amenaza. Finalmente, con toda la calma del mundo, dejé que mi voz hablara por mí.
—Ramiro, no tengo el placer de conocer al juez Fernández, pero si su orden es legítima, primero,