Lo que aún arde (1era. Parte)
El mismo día
Ibiza, España
Iván
Entendía la rabia y el dolor de Camila. Sabía que unas cuantas palabras no bastarían para que me perdonara, pero me partía el alma su indiferencia, ese muro que levantaba entre nosotros. Me costaba estar delante de ella, sentirla tan cerca y, al mismo tiempo, fuera de mi alcance.
No podía perdonar, más bien, por un instante sus palabras dejaban entrever otra cosa. Como si mi mente jugara conmigo, recordé el comentario de Fátima sobre el idiota de Mateo. Sí, pensé que volvió con él por despecho, soledad, qué sé yo… pero ella ni lo negó, ni lo afirmó. Me dejó con la duda carcomiéndome, castigándome.
Lo más irónico era tenerla tan cerca y lejos al mismo tiempo. Solo la observaba, hermosa, radiante, recordando cómo diablos la había perdido, cómo hubiera hecho todo diferente. Quizás estaríamos casados, con un hijo en camino… pero ya no podía regresar en el tiempo. Solo me quedaba la esperanza de ganarme su perdón y, con suerte, que me dejara coser las he