Al borde del abismo (4ta. Parte)
El mismo día
Málaga
Ramiro
Tal vez fue una estupidez creer que Camila respaldaría mi acusación contra Iván, pero en ese momento no pensé con la cabeza: estaba lleno de dolor y rabia. Aun así, lo que escuché fue la voz de la razón, tan imparcial que me revolvía el estómago; o quizá ella seguía guardando las apariencias a pesar de la muerte de mi madre.
Eso desató un cruce de acusaciones entre Iván y yo, y no tardó en aparecer Andrés con sus reproches —débil, incapaz de ser pragmático cuando tenía la oportunidad de hundir al bastardo de Iván—. Igual, nada impidió que la policía se lo llevara en la patrulla.
Tan pronto como la sirena se perdió en la distancia con Iván esposado, supe que era hora de imponer orden en el caos. Las empleadas seguían llorando en los pasillos; Olga hablaba atropellada con Camila, pidiendo detalles. Pero había prioridades que no admitían demora.
—Camila, en vez de jugar a la detective, ocúpate de dar un comunicado a la prensa sobre la muerte de mamá antes de qu