Los guardaespaldas que acompañaban a Aurora se dieron cuenta de su desaparición inmediatamente. El tiempo que ella tardaba en el baño se había extendido más allá de lo razonable. Comenzaron a buscarla por todo el centro comercial, el pánico creciendo a cada pasillo vacío.
El jefe de escolta constató que su teléfono estaba apagado. Si tan solo hubiera decidido irse, ella se habría comunicado con ellos, pero al no hacerlo significaba que alguien se la había llevado. No les quedó más alternativa que comunicarse con Alexander.
Cuando Alexander vio el número en la pantalla, sus instintos de alarma se alertaron inmediatamente.
—¿Qué sucede? —preguntó rápidamente, su voz tensa.
—Señor, la señora King...
—¿Qué le pasó a Aurora? —se apresuró a decir él, poniéndose de pie de golpe.
—Lamentablemente, ella desapareció.
Alexander golpeó el escritorio con furia, sintiendo una opresión en el pecho, le aterraba que algo pudiera sucederle a la mujer que tanto amaba.
—¡¿Cómo que desapareció?! ¿Y para q