El grupo se trasladó al comedor del club, donde una larga mesa los esperaba con una variedad de platillos cuidadosamente preparados. El ambiente se mantenía distendido, con risas y conversaciones ligeras flotando en el aire.
Amatista se sentó en uno de los extremos, y sin sorpresa, Enzo tomó asiento a su lado. Frente a ellos, Alan, Joel y Emilio intercambiaban bromas, mientras Darío, Mariano y Juan se acomodaban más cerca, todavía intrigados por la dinámica del grupo.
—Espero que el almuerzo sea tan interesante como el juego de antes. —comentó Juan con una sonrisa socarrona mientras servía su copa de vino.
—Depende de qué tan picantes sean las conversaciones. —añadió Darío, lanzándole una mirada de complicidad a Amatista.
Ella, sin inmutarse, tomó su copa de agua y bebió con tranquilidad.
—Si esperas más detalles, tendrás que seguir soñando. —respondió con una sonrisa burlona.
—Lo intentamos. —dijo Mariano encogiéndose de hombros con falsa resignación.
Everly y Rose sirvieron los prim