—Después del accidente, todo fue a peor. Me metí en movidas chungas, con gente que no me convenía. Mi abuelo fue quien me sacó de ahí. Me propuso irme, empezar de cero, estudiar fuera. Me dio una segunda oportunidad.
—¿Y Valeria? —preguntó Clara, en voz baja.
Gonzalo bajó la vista.
—Estábamos juntos en ese momento. Pensaba que iba a apoyarme, que me esperaría... Pero no. En cuanto supo que me iba, lo dejó. Dijo que no quería más incertidumbres. Pero fue más que eso. —Guardó silencio un segundo, luego continuó—. A los pocos meses ya estaba saliendo con Fernando.
El nombre de su primo cayó como una piedra en medio del salón.
—¿Fue idea de ella?
—No lo sé. Pero su padre siempre ha tenido acciones en la empresa y quería asegurarse de que Valeria estuviese bien posicionada. Y Fernando era la apuesta segura. Siempre ha sido el “nieto ejemplar”, el que hace todo bien.
—¿Y tus tíos?
—Nunca me han tragado. Ni de crío. Para ellos era “el problemático”. Siempre estaban comparándonos: quién saca