Un lazo prohibido, un poder que despierta… y una guerra que devorará a quienes no estén preparados para enfrentarla. ⚠️ADVERTENCIA: Esta historia contiene material explícito en ocasiones como el incesto, además, podría herir la sensibilidad de algunas personas. Y si no es de su agrado abstenerse a leerla. Se recomienda discreción.
Leer másEn la torre de París es una novela con Romance, acción, humor y un poco de erotismo que te hará vivir más de una vida. Hará que odies y ames a los personajes y de igual modo a la escritora.
Aprenderás a descubrir el verdadero amor, sin fronteras, sin importar el estatus social.
Adrián Sokolov Acosta es un empresario, dueño de Sokolov Jewelry. Una enorme y famosa empresa de joyas muy caras. Nacido en España, su padre es Ruso, su madre Puertorriqueña.
Uno de los más codiciados de Miami.Marie Johnson no tiene una profesión definida, madre soltera por así decirlo, cuida perros, vende helados, hace de todo un poco y en ocasiones vende su cuerpo para mantener a su familia.
Narra AbelEl fuego de las antorchas en la guarida de Blood Moon chisporroteaba con un sonido inquietante, como si riera de mis pensamientos. Me senté en una de las piedras frías del refugio, observando cómo el humo ascendía en espirales.No había paz dentro de mí.Ni un instante.Chloë.Su rostro aún aparecía cada vez que cerraba los ojos. La había amado. La había perdido. Y ahora, lo peor de todo, ella se había convertido en algo más grande de lo que yo podía controlar.—Una amenaza —murmuré, casi sin darme cuenta.Una amenaza no solo para mí... sino para todos.Sabía lo que decían en Royal Herd. Que ella había liberado a Olivia, que había salvado a los guerreros poseídos. Que estaba destinada a ser su faro.Pero yo había visto esa luz antes. Esa clase de poder nunca aparece sin un precio. Y ese precio, tarde o temprano, lo pagará la manada.Me levanté, caminando por la penumbra del pasillo. Los vampiros que me miraban al pasar lo hacían con respeto, pero también con desconfianza. Y
Narra ChloëEl archivo entero rugía como un corazón desbocado. Los estantes se derrumbaban, los símbolos del libro ardían en fuego dorado, y la daga brillaba como un relámpago contenido. El viento golpeaba contra mi rostro, trayendo consigo susurros de la sombra y gritos de mi madre.Elion, mi hijo, estaba despierto en mí, cada latido suyo se mezclaba con el mío, formando un pulso que desafiaba a la oscuridad.Me arrodillé frente a Olivia, que se convulsionaba en el suelo, atrapada en aquella guerra invisible. Su piel alternaba entre la palidez y el tono ennegrecido de la corrupción de la sombra. Sus ojos, oscilando entre el cariño de una madre y el abismo de un monstruo.Levanté la daga, y el libro se abrió solo, pasando las páginas a toda velocidad hasta detenerse en un símbolo desconocido: un círculo atravesado por una línea de fuego. El aire se volvió pesado."Empieza ahora... o la perderás."La voz de Elion vibró en mi cabeza como un trueno suave.—¡Por mi sangre y la de ella, qu
Narra ChloëEl rostro de mi madre no se borraba de mi mente. Sus ojos vacíos, las venas ennegrecidas bajo la piel, el hueco en su mano donde antes debió estar la daga... Era ella, y al mismo tiempo no lo era.La sombra la había reclamado, pero yo me negaba a perderla.No podía hablar con Erik todavía, ni mucho menos con Darion. Si alguien se enteraba demasiado pronto, podrían decidir eliminarla sin más. Y aunque parte de mí entendía que era un riesgo para todos... la otra parte, la que aún recordaba sus abrazos cálidos y su risa al preparar la comida, se negaba a rendirse."Tienes poco tiempo, mamá... muy poco tiempo."La voz de Elion en mi mente era un recordatorio punzante.Me senté sobre mi cama, acariciando mi vientre. El peso del embarazo me agotaba, pero mi mente bullía de ideas y recuerdos. Si la sombra podía poseer, también debía poder ser expulsada. No era lógico que algo tan oscuro existiera sin un opuesto.Y entonces lo recordé: los viejos textos que Darion guardaba en el a
Narra OliviaEl aire de Royal Herd estaba enrarecido. Desde hacía semanas, un murmullo extraño me acompañaba en sueños... aunque últimamente ya no sabía distinguir si era un sueño, una visión, o simplemente mi propia mente quebrándose por tanto dolor.Extrañaba a Henrry. Aunque lo odiara, aunque me hubiese traicionado... extrañaba la sensación de tener un compañero a mi lado. Mis hijos estaban conmigo, sí, pero la soledad del alma es más pesada que cualquier carga. Y yo la llevaba como una condena.Aquella noche, la luna se filtraba por las ventanas del santuario cuando sentí un hormigueo recorrerme la piel. Como si algo invisible me acariciara los brazos. Caminé hasta el espejo de mi habitación, y lo que vi me dejó paralizada.Mis ojos habían cambiado.Por un instante, se volvieron negros como pozos sin fondo.Parpadeé.Y volvieron a la normalidad.—No... no puede ser... —susurré, apretando mis labios temblorosos.Entonces lo escuché. Una voz. No era mía. No era de mis hijos. Tampoco
Narra ChloëDesperté con el corazón en la garganta.Mi cuerpo entero estaba cubierto por un sudor frío.Me incorporé con dificultad. La habitación estaba en silencio.Demasiado silencio.Como si el mundo estuviera conteniendo la respiración.Mi primer reflejo fue llevar las manos al vientre. Elion se movió, lento, como si también estuviera despertando de una pesadilla.Pero entonces lo sentí.Un ardor. Justo en el hombro izquierdo.Me levanté la tela del camisón y lo vi:Una marca.Un símbolo grabado a fuego sobre mi piel, como una runa circular, antigua... que se retorcía lentamente, como si aún estuviera viva.Me puse de pie de un salto, pero mi tobillo falló.Había sangre en mi pierna.Una herida abierta, profunda, pero limpia.Como hecha con precisión quirúrgica.Como si alguien hubiese entrado y hecho algo... sin dejar rastro.Tragué saliva.—¿Elion? ¿Estás bien?Silencio.Solo un murmullo muy bajo, apenas un eco en mi mente."No era mamá..."La frase volvió como un cuchillo.Lo
Narra ChloëLos muros de Royal Herd ya no se sentían como un refugio.Cada puerta cerrada, cada susurro detenido al pasar, se sentía como un juicio. Como un encierro.Mi vientre crecía a un ritmo extraño. Elion, mi hijo no nacido, parecía expandir no solo mi cuerpo, sino también mi percepción.Podía sentir las emociones de quienes me rodeaban como si fueran ecos en una caverna profunda.Y cada día, la oscuridad se acercaba un poco más.—No puedes seguir así, Chloë —dijo mi madre esa mañana, mientras acomodaba hierbas para un té que ya no podía endulzar el alma—. Necesitas descansar, pensar en el bebé.—Él no me deja descansar —susurré—. Me muestra cosas. Me guía.—¿Y si lo que ves es producto de... lo otro? —me miró con miedo, pero no por mí. Por él.Negué lentamente.—No es oscuridad lo que hay en él. Es conocimiento.Salí al jardín trasero, donde crecía el sauce ancestral de la manada, ese que solo florecía en tiempos de calma.Estaba seco.Las ramas caídas parecían huesos.Fue ahí
Último capítulo