Narra Abel
La luna llena colgaba pesada en el cielo, teñida de un tono rojizo que parecía presagio. Desde lo alto de la colina, la frontera entre Blood Moon y las tierras libres se extendía como una cicatriz abierta, un recordatorio de que las sombras nunca habían dejado de avanzar.
Inspiré profundamente. El aire olía a hierro, a cenizas... a sangre próxima.
La promesa de Thomas resonaba en mi mente.
"El trono será tuyo, Abel. Pero primero, deja que la oscuridad haga lo suyo."
No confiaba en él. No confiaba en los vampiros, nunca lo hice. Pero tampoco podía negar que su plan era tentador. Gobernar Blood Moon. Regresar como alfa no de una manada, sino de un reino. Ser temido, respetado... reconocido. Algo que jamás tuve en Alfa y Luna, la primera manada en la que vivimos muchos años antes del atentado, ni siquiera con Chloë.
Mis puños se cerraron con rabia.
Chloë.
La había dejado atrás, pero su recuerdo me perseguía como un fantasma. Su mirada decepcionada, sus palabras de despedida. Y