Narra Chloë
El grito se me escapó de los labios con una fuerza que desgarró el aire. El dolor me atravesaba como fuego líquido, pero no era solo dolor físico: era la energía de Elion desbordándose, intentando abrirse paso en un mundo que aún no estaba preparado para él.
El suelo comenzó a temblar bajo nosotros. Las runas trazadas en la piedra ardieron con un resplandor cegador, y las paredes de la habitación crujieron como si quisieran derrumbarse. El rugido de la tierra se mezclaba con mi respiración entrecortada, con mi corazón latiendo como un tambor de guerra.
—¡Conténganlo! —gritó una de las hechiceras, alzando las manos.
Los cánticos se intensificaron, creando un blindaje energético a nuestro alrededor. Una cúpula de luz azulada estalló en medio de la sala, formando un escudo que destellaba cada vez que mi energía se desbordaba.
Objetos comenzaron a volar por los aires: mesas, sillas, cántaros con agua sagrada, incluso las antorchas que iluminaban la sala fueron arrancadas de su