Una semana más tarde, Valentino se hallaba de camino al hospital, donde su padre seguía en condición crítica.
No habían encontrado la manera de que respondiera de forma positiva, y esto preocupaba tanto a los médicos como a sus hijos y a los empleados de las empresas, quienes estaban expectantes por nuevas noticias. Todos se preguntaban si alguien tomaría el control como nuevo jefe o si las compañías pasarían a manos de otra corporación, con la posibilidad de perder los puestos y beneficios que habían adquirido con los años.
—Buenos días, doctor. ¿Cómo se encuentra mi padre?
—Sigue igual que ayer, señor De Lucca. No hay mejoras aún.
»Tenemos esperanzas, pero no es una garantía que podamos ofrecerle; cada cuerpo es diferente. Hacemos todo lo posible para otorgarle comodidad y los cuidados que requiere, pero, aun así, es la voluntad de cada uno. No podemos hacer más.
»Usted sabe que la semana pasada tuvimos que intervenir nuevamente por una nueva inflamación en el cerebro y, por ello,