Mike llevó a Isabella hasta una habitación, su corazón latiendo con fuerza mientras la guiaba.
Había algo en su mirada que lo llenaba de determinación; sabía que debía protegerla a toda costa.
Pronto, un doctor entró en la habitación para revisarla. Mike esperó afuera, su mente agitada por la preocupación y la incertidumbre.
Mientras tanto, Kaen, estaba desesperado, angustiado, intentó entrar en la habitación, pero Mike lo detuvo con firmeza.
—Deje de molestar a Alfa Isabella.
—¿Cómo te atreves, pícaro? Ella es mi hembra, mi pareja —dijo Kaen, su voz cargada de una mezcla de desafío y posesividad.
—Ya no lo es —respondió Mike, su tono despectivo y arrogante. La tensión entre ellos era palpable, como un rayo a punto de caer.
La voz de Mike resonó poderosa, llena de una determinación que sorprendió incluso a su propio padre, Craige, antiguo Beta de la manada.
Este observaba desde atrás, asombrado por la transformación de su hijo, quien había dejado atrás la lealtad a la manada que una ve