Tres años he esperado para ser la Luna perfecta de mi manada y darle un heredero al Alfa. Tres años de mentiras, siendo la intrusa en el amor de otros. Tres años para sufrir la muerte de mi bebé y vengarme del hombre que desfiguró mi rostro y destrozó mi vientre. Morir capturada por mi propia manada o escapar y sobrevivir, eran mis dos caminos y tomé la decisión de esconderme y vivir. El Rey Lycan, Aldric Thorne, el más sanguinario y cruel que dirigía a los hombres lobos con mano de hierro, me convertí en su doncella personal, la posición más peligrosa, donde podía perder la cabeza en cualquier momento, en el mínimo desliz, pero nadie de mi pasado me buscaría aquí. “Siempre sumisa, no hables, no escuches, no veas nada, no molestes al Lycan o morirás” eran reglas simples a seguir y pensé estar haciéndolo bien, hasta que un día, el Rey me hizo una proposición que no pude rechazar. — ¿Quieres que salve a esas personas? Entonces entrégate a mí esta noche, sé mi mujer, te deseo y sé que sientes lo mismo, una vez, Valeria, solo una vez… Pero no fue solo una vez y la pasión se convirtió en amor. Ese hombre frío e indomable logró conquistar también mi corazón. Sin embargo, cuando el pasado viene a acosarme y la verdad de mi nacimiento se revela ante mí, debo volver a tomar una decisión, escapar del Rey Lycan o esperar por su misericordia. “Lo lamento, pero esta vez no perderé de nuevo a mis cachorros, ni siquiera por ti, Aldric” Mi nombre es Valeria Von Carstein y esta, es mi complicada historia de amor con el Rey Lycan.
Leer másVALERIA
— ¿Estás… estás segura Esther? – le pregunto con la voz quebrada. Mi corazón late apresurado, lleno de felicidad. — Muy segura Luna. Está embarazada. — ¿Por qué no he podido olerlo o su padre? – le pregunto preocupada. — Es muy reciente, quizás por eso, dele más días y debería percibir sus feromonas. Me responde y asiento, con los ojos nublados por las lágrimas. Soy la Luna de manada “Bosque de Otoño”. Hace tres años me casé con el hombre que amo con locura, a pesar de no ser mates destinados, mi Alfa Dorian. He dado todo por ser la Luna perfecta, el pilar al que pueda apoyarse, sin embargo, una sombra opaca mi matrimonio y era el tema del heredero. Nunca había podido salir embarazada y admito que no comparto mucho la cama con Dorian, pero sé que sus obligaciones de Alfa lo tienes demasiado ocupado y estresado. — Por favor, no le digas a nadie en la manada. Deseo sorprender a mi esposo. — Pierda cuidado Luna, no diré nada. ¡Felicidades! – me sonríe y le devuelvo la sonrisa llena de emoción y felicidad. A pesar de ser una extranjera, de no pertenecer originalmente a esta manada, desde que mis padres murieron y el anterior Alfa me acogió en su territorio, nunca me he sentido rechazada o despreciada. Por eso también me he entregado a mis tareas de Luna. Estoy agradecida de mi vida y del maravilloso hombre con el que estoy casada. ***** — ¿A qué se debe tanta comida? ¿Habrá una fiesta? — ¡Saca la mano! – palmeo las garras golosas de Sophia, mi mejor amiga, que se ha colado por la puerta trasera de la cocina. — ¡Pero bueno, tarta de hojaldre y todo! – me dice tomando asiento en un taburete. La verdad es que se me ha ido la mano con los platos, pero estoy tan feliz, que deseo que todo sea perfecto. ¡Toda la comida favorita de mi Alfa está lista! — Bueno, hoy es el aniversario de Dorian y mío, quiero festejarlo con una cena íntima – le digo girándome hacia el caramelo en el fuego. No la siento hablar y volteo media intrigada. — ¿Qué sucede? — N…nada, nada… solo escuché que el Alfa tenía una emergencia hoy, ¿no te avisó? – me preguntó y frunzo el ceño. En realidad, Dorian no es de dar muchas explicaciones de su trabajo. Supongo que para no agobiarme. — No, pero igual volverá, sabe que hoy es una fecha especial. Le respondo completamente convencida. Me mira de manera extraña. Últimamente, no puedo comprenderla mucho, pero ha sido la persona que primero se me acercó en esta manada y siempre ha estado apoyándome. La aprecio mucho como amiga. — Sophie, tengo algo que quiero contarte, pero… te diré mañana, es algo muy importante para mí – le digo de repente, queriendo compartir con ella la buena noticia, pero no antes de confesarme a Dorian. — ¿En serio? ¿No puedes decirme ahora? - me pregunta en modo cotilleo, inclinándose sobre la encimera y masticando una de las galletas caseras. — No, no, mañana, prometo que serás la segunda en saberlo – le respondo y sé que la felicidad sale por cada poro de mi cuerpo. — Bueno, te dejo entonces con tu misterio, que tengo cosas que hacer, feliz noche de aniversario – me responde con fastidio por no sacarme el chisme y se va por donde mismo llegó. Miro el reloj y aún tengo tiempo. Me quito el delantal y subo al segundo piso para bañarme y cambiarme bien linda. Hoy todo debe ser perfecto y pasar la mejor noche de celebración con mi amado macho. ***** Observo el reloj por milésima vez, sentada en el sofá, ya es pasada la media noche y Dorian no llega. Miro a los platos fríos sobre la mesa del comedor y me levanto resignada a calentarlos de nuevo. Estoy en esa faena, cuando escucho la puerta del frente, abrirse y cerrarse. Su delicioso aroma cosquilleando en mi nariz y calentando mi vientre. Miro mi vestido burdeos, lo aliso y me retoco el peinado delante del reflejo de un espejo en el pasillo. Mi cabello negro como la noche en una alta coleta y ojos azules intensos maquillados me devuelven la mirada. Salgo hasta el recibidor, para ver a mi imponente Alfa entrar por la puerta. — Mi amor, ¿cómo ha ido tu día? Mucho trabajo, ¿cierto? – agarro el abrigo que lleva en las manos para colgarlo. Lo veo agarrando unos documentos, pero supongo son asuntos de la manada. Me acerco a besarlo, pero se aleja, dando un paso atrás. — Vengo sudado y sucio del camino, no te contamines – me responde, mirándome fijo, con sus ojos mieles intensos que me encantan a pesar de siempre verse tan fríos. Es solo parte de su carácter. Carga con demasiadas responsabilidades al heredar el cargo tan joven cuando murió su padre. Su cabello rubio, revuelto de una manera sexy y por alguna razón se ve húmedo. La verdad es que hasta mí, llega el aroma de un gel de baño desconocido. ¿Por qué se bañaría antes de venir?, además me dijo que estaba sucio, pero es obvio que se ha dado una ducha. — Cla… claro, dame un segundo y caliento la cena, debes tener hambre… — No tengo hambre. Valeria, debemos hablar. — Pero la cena… — Olvida la cena, vamos a la sala, necesito decirte algo – su voz autoritaria hace que me tense. Lo sigo, pero comienzo a preocuparme muy seriamente. Meto la mano en el bolsillo de mi falda y agarro el documento doblado, que dice que estoy embarazada. — ¿Por qué está la mesa tan llena de platos?, ¿ibas a hacer una fiesta? – me pregunta mirando hacia el comedor y mi corazón se estruja. — Cariño, sé que has estado muy ocupado con las cosas de la manada, aun así, no me digas que olvidaste nuestro aniversario. Hoy cumplimos tres años de emparejarnos – le respondo sentándome en el sofá. Pienso que se sentará a mi lado, sin embargo, lo hace en el sillón del frente. Dorian nunca ha sido de los pegajosos, sin embargo, hoy está demasiado alejado e indiferente. Las alarmas se prenden en mi interior. — Por supuesto que lo recordé, no te imaginas el tiempo que llevo esperando por nuestro tercer aniversario —responde, pero no veo nada de emoción en él. Sé que todo cambiará con mi noticia. Nuestra relación no ha estado bien por esa razón, los ancianos de la manada lo presionan para que tenga un heredero. Cuando le diga del cachorro, estará muy feliz. — Seré rápido porque ya no aguanto esta… — ¡Espera! Espera Dorian, primero tengo algo que mostrarte y luego me dices lo que quieres hablarme – por alguna razón lo detengo. Mi subconsciente me indica que no me iba a gustar para nada sus próximas palabras. Bajo la cabeza y saco el papel doblado de mi bolsillo, lo estiro y se lo paso con evidente emoción. Lo toma en sus manos, por encima de la mesita del centro, y se pone a leerlo. Mis ojos azules lo observan nerviosos, esperando su reacción de alegría y felicidad, justo como la que siento yo. — ¡Estoy preñada! ¡Estoy embarazada mi amor, tendremos un cachorro, te daré un heredero para la manada, estoy segura de que la Diosa nos premió con un varón! No aguanto más el decirlo directamente. Me levanto con lágrimas en los ojos y rodeo la mesita para acercarme a él y abrazarlo. Pero por muy enamorada que esté y muy ilusa que sea, es obvio que esta no era la reacción que esperaba del padre de mi hijo. — ¿Estás segura de esto o es algún truco para seguirme reteniendo a tu lado? – me dice de repente, levantándose y empujándome cuando me acerco a abrazarlo. — Dorian… claro que estoy segura, mira, esa es la letra de la partera de la manada, ¿por qué te mentiría con algo tan importante? Mi amor, ¿qué sucede?, ¿qué pasa mi Alfa? — No, no, ¡maldici0n! – lo veo que comienza a caminar como un lobo enjaulado por la sala – esta mierd4 no puede ser, ¡no justo ahora! — Dorian… — ¿Le contaste a mi madre, le dijiste a alguien? - me pregunta de repente, acercándose a mí y tomándome con fuerza de los hombros. — N…no mi amor, estaba esperándote para darte la noticia de primero. Creí… que estarías feliz, sé que te han estado presionando. Alfa, ya no tienes que estar tan tenso mi vida, tendremos nuestra familia. Levanto mi mano temblorosa y acaricio su mejilla, pero él solo me taladra con sus ojos dorados, sin hablarme. No puedo interpretar que está pensando en su cabeza. — Es cierto, es cierto, he estado muy estresado. Lo lamento – me abraza de repente en sus brazos y suspiro al fin, aliviada, devolviéndole el abrazo con ternura. Por un segundo, imaginé que no estaba feliz con mi embarazo. — Lo superaremos juntos, mi Alfa, seré la Luna perfecta para que nadie te señale – susurro y levanto la cabeza. Deseo besarlo, que me haga el amor como hace mucho tiempo no lo hacemos. — Vamos a salir, tengamos una noche de aniversario como debe ser. Salvaje y sin restricciones. Me propone de un momento a otro tomando mi mano y arrastrándome hacia la parte de atrás de nuestra casa, que colinda con el bosque de la manada. — Conviértete en tu loba – me pide y lo veo que se está desnudando. Es tan sexy y fuerte. Su cabello brilla bajo la Luna y comienzo la transformación de mi “loba”, una de las grandes mentiras y secretos de mi vida, que ni siquiera Dorian sabe. ***** Corremos sin restricciones por las tierras de la manada. Solo que veo como nos alejamos más y más, incluso salimos de las fronteras, pero solo sigo al enorme lobo blanco de Dorian que corre desenfrenado delante de mí. Llegamos a un sitio remoto, al pie de un profundo acantilado, pero por encima de nuestras cabezas la luna ilumina con intensidad y se ve el paisaje boscoso a nuestros pies. — ¿Dónde es esto? Estamos fuera de nuestra manada, ¿no estaremos irrumpiendo en la tierra de alguien? Miro a lo lejos desde el borde, fascinada con la vista, convertida ya en humana, pero nadie me responde. Me extraño y voy a girarme, sin embargo, hay algo dentro de mí que se alarma, un cuervo grazna a lo lejos, pero ya es demasiado tarde. — Do… Dorian ¡¿qué…?! ¡Aaaaaaaahh! - grito cuando siento las garras de lobo clavándose en mi vientre, desgarrando profundamente. Intento correr asustada y asombrada ante el ataque repentino. Convertirme de nuevo en loba para escapar al bosque de lo que sea que esté sucediendo, de este lobo Alfa rabioso que me mira con ojos color sangre llenos de odio, pero es imposible huir. — ¡Aaahhh, suéltame! ¡¿Dorian, qué haces, qué haces?! ¡Aaahhhh…! ¡Auxilio, auxilio! – me salta encima cuando intento escapar.NARRADORA—¿Le pagó a alguien para que te curara con su sangre? —Ághata le preguntó alzando una ceja, llena de sospechas.Habían escuchado el relato de la doncella.—Sí, sí, señora, pero no sé quién es, creo que uno de los guardias… estaba desmayada —respondió bajando la cabeza con actitud sumisa.—¿Qué te preguntó sobre mí? ¡Como hayas dicho algo…!—¡Yo no dije nada, Srta. Celia! ¡Ni siquiera acepté su propuesta! —se arrodilló enseguida en el suelo, temblando, justo como siempre.—Cálmate, hija, calma —Ághata le sostuvo la mano que ya iba a pegarle a la criada.—Ven acá —la jaló hacia una esquina—. ¿No me habías dicho que estaba muriendo? Es imposible curarse tan rápido, aunque sea sangre de un buen guerrero.—Bueno… ahora no sé, para mí se veía grave —Celia la miró con ojos esquivos.La vida o muerte de sus doncellas no era algo que le preocupase mucho.Ághata suspiró y pensó en las palabras de la chica.—Creo que tenemos aquí una buena oportunidad. Esa vampira quiso jugártela, plan
NARRADORA—En esta fortaleza hubo una guerra y quedaron muchos cuerpos enterrados… nos sobra material.—Pero igual, sola no puedes. Tendrás que decirle al Lord…—¡No! —de repente Meridiana intervino— ¡No puedes decirle nada al Lord, él no va a creerte!—¿Por qué? Yo soy su mate. Aunque está agradecido con esos ancianos, Dracomir me escucha, él quizás…—No puedes —las manos de Meridiana se estiraron ansiosas hacia ella.—. No sé por qué, pero lo descubrí de las memorias de esa chica… si le hablas al Lord en contra de esa familia, no te va a creer… él… tiene algo… no sé…Victoria se quedó en silencio, con el pecho apretado.Claro que le creyó a Meridiana, ella misma lo había sentido.Entendía los sentimientos agradecidos de Dracomir, pero un hombre tan astuto como él… y era como si estuviese ciego con esas personas.Celia asesinaba a diestra y siniestra a sus doncellas, y él le llamaba chiquilladas.Dracomir no era así. Él era justo, a pesar de sus resentimientos contra los vampiros.Pe
NARRADORAAhora todo tenía sentido en las memorias fragmentadas que Meridiana había robado de la joven maga.Un conjuro en específico se repetía como un bucle en la mente de esa hechicera.No quería olvidarlo, así que lo recitaba una y otra vez.Meridiana lo aprendió de ella: la manera de extraer poco a poco la energía peligrosa de este cristal.Era apenas un fragmento, robado por las hechiceras encarceladas.Lograron pasárselo con mucho sacrificio a esta chica que servía de esclava a Celia.Ella era su esperanza, porque tenía la oportunidad de escapar de la fortaleza y robar la magia del cristal para fortalecerse.Buscar más clanes de brujas, planificar su rescate…Obviamente, no pudo hacer nada de eso.Incluso tuvo que deshacerse del cristal en la revisión de las puertas o casi la descubren.—Es obvio que esto es muy importante… —Rousse también llegó a esa conclusión, sacando un pañuelo para envolverlo.Se sentía incómodo, no quería tocarlo más.—No podemos dejar que caiga en manos
NARRADORAUnos días antes…Fuera de los muros de protección del feudo, Rousse había llegado al refugio de Marius y su gente.No confiaba en los vampiros, pero reconocía que estaban solos en este mundo.Los enemigos sobraban y aliados había muy pocos.Ahora… aún estaba por verse si el vampiro que caminaba frente a él era un amigo leal.—¿Estás segura de que fue a la salida de la muralla exterior? —Marius le volvió a preguntar a Meridiana. Supuestamente, esta había sido la única hechicera que encontraron y, para el caso, no se veía como la gran cosa. Por supuesto, Marius no estaba al tanto de los poderes de la pequeña bruja. También se llevó una gran desilusión al no ver a Victoria, pero, según su sirviente, ella se había infiltrado en la fortaleza de los lobos.Avanzaba entonces frente a Rousse y Meridiana, sosteniendo una antorcha que iluminaba el lúgubre túnel subterráneo.Sus botas chapoteaban al pisar las aguas lodosas de la cloaca.El tufo subía impregnándose en sus narices.So
VICTORIAÉl continuó contándome del pasado…«Dracomir fue atraído desde cachorro a esta habitación.Cuando se dio cuenta de que no eran juegos inofensivos a cambio de dulces prohibidos para los esclavos, fue decírselo a su madre.Creyó que ella lo podía proteger.Aún recuerdo ese día cuando lo encontré llorando y temblando en el pasillo.Había buscado el rastro de su madre y la encontró en la alcoba del general.Espió su más oscuro secreto y las cosas retorcidas que hacía por protegerlo.Se enteró desde pequeño de los sacrificios para sobrevivir dentro de este monstruo de hierro y piedra.También se calló, ocultó y aguantó las vejaciones como esclavo de sangre.Hasta que un día, como a los doce años, su madre fue quien lo descubrió a él… en esta misma habitación».Sus palabras me transportaban a escenarios desgarrantes.No sé ni cómo Draco me ha podido aceptar siendo una vampira.Ahora entiendo su pánico cada vez que intentaba alimentarme de él.—¿Su… su madre… qué le sucedió? —mi voz
VICTORIALo supe enseguida, si no me andaba con pie de plomo sería incriminada por la muerte de la doncella. —Hola, Sr. Fenir, vine a devolverle a Celia una prenda que me prestó anoche —le dije sacando mi mejor sonrisa falsa. —Pero no está y tampoco su doncella, me encontré la puerta abierta… qué descuido —dije lo más alto que pude e incluso abrí más la entrada. —¿Y tiene la costumbre de entrar en las habitaciones sin el dueño presente? —alzó una ceja con una mueca de desprecio.En el fondo de sus ojos podía ver el asco que me tenía. Pero solo el hecho de no manifestarlo abiertamente y fingir tan bien, me decía que debía tener mucho cuidado con este hombre. —Bueno, el Lord anoche me pidió llevarme bien con Celia. Él la considera su hermana, solo sigo sus órdenes —le respondí saliendo al pasillo. —Si quiere pasar a revisar, mire, no llevo nada encima —di la vuelta moviendo el vestido.Acusarme de la muerte de esa chica era absurdo.No solo no tenía pruebas, sino que me pasé todo
Último capítulo