Capítulo: Acepta mi rechazo.
El aire de la montaña olía a lluvia y tierra húmeda cuando Isabella regresó a su territorio.
Las nubes grises se abrían paso entre los pinos como fantasmas antiguos, y el sonido de los pasos de su escolta resonaba como un trueno contenido.
Hiran, el general de su ejército, marchaba a su lado. Era un guerrero imponente, con cicatrices en los brazos y una mirada fría que no perdía detalle.
Él y sus hombres rodeaban a Isabella con una mezcla de respeto y cautela.
Temían que aquella visita fuese una trampa, una maniobra del Alfa Kaen para volver a tenerla bajo su dominio.
Pero Isabella no temía.
Su loba interior rugía con fuerza, feliz de volver al hogar que una vez fue suyo, al territorio donde había nacido la hija del Alfa y donde había aprendido a ser fuerte.
Cuando la vieron llegar, los miembros de la manada comenzaron a reunirse.
Machos y hembras salieron de sus casas, de las tiendas, del bosque. Sus ojos brillaban con reverencia.
Algunos aullaron, otros aplaudieron, y cuando Isabel