La siguiente etapa del torneo se acercaba, y la tensión en el aire era casi palpable. Era un enfrentamiento entre manadas, un cara a cara que definiría el destino de muchos.
Todos estaban reunidos en el bosque, un lugar que había sido testigo de antiguas batallas y pactos, y esperaban con ansiedad saber a qué manada se enfrentarían.
Sabían que una vez que se anunciara el rival, la manada perdedora sería eliminada, y cada uno de ellos lo entendía en lo más profundo de su ser.
Cuando nombraron a la manada Cuerno de Luna, un escalofrío recorrió la espina dorsal de Hiran, el Alfa de Luna Blanca.
El miedo se apoderó de él, un sentimiento que no había experimentado en mucho tiempo.
Sabían que la manada Cuerno de Luna era voraz y cruel, conocida por su falta de piedad y su brutalidad en combate. Hiran sintió que la esperanza se desvanecía; enfrentarse a ellos era como lanzarse a un abismo sin fondo.
Desde la distancia, Kaen, el Alfa de Luna Nueva, observó a Hiran con una mezcla de lástima y d