ARIA
Mis manos estaban heladas. No sé en qué estaba pensando cuando acepté. ¡Yo no sé cantar! ¡Nunca he cantado en público!
—Relájate, será divertido —me susurra Darya, pasando un brazo por mis hombros mientras elegimos la canción en la pantalla del karaoke.
Elijo la menos complicada, una balada suave. Cuando la música empieza a sonar, siento mi corazón golpearme las costillas.
Pero entonces levanto la vista y lo veo a él.
Nikolai está sentado en la mesa, observándome con esos ojos intensos. No hay burla, ni fastidio. Solo me mira como si fuera lo único en la sala.
Respiro hondo.
Y empiezo a cantar.
No sé si lo hago bien o mal, pero Darya me sigue el ritmo y el público aplaude. Al terminar, la adrenalina me invade y termino riendo mientras bajo del escenario.
Nikolai se pone de pie antes de que yo llegue a la mesa.
—No vuelvas a hacerme pasar por eso —gruñe, pero luego me toma de la cintura y me atrae hacia él—. Pero cantaste hermoso, muñeca.
Mis mejillas se encienden.
Dar