Mundo ficciónIniciar sesiónElla es la hija de un conglomerado en Grecia. Una vida de secretos y engaños. Un mundo falso. Un deseo irresistible, un amor sin cara y sobre todo un corazón con heridas esperando ser curado. La pequeña mujer que obsesionó al magnate. ¿Te animarías a leer, EL Maldito Deseo irresistible? Él es un hombre con ojos únicos, preciosos e hipnotizantes. El joven dueño de las cadenas hoteleras de Rusia, uno de los herederos trillizos. Nikolai Malishev se verá involucrado en un accidente provocado con el pequeño deseo que ha estado buscando por años y por una simple coincidencia que cree Aria Hatzis se reencuentran aunque ella no lo recuerde.
Leer másARIA HATZIS
HACE TRES AÑOS… Paso las puertas enormes de la mansión de mi asqueroso padre. Con los guardias pisándole los talones, limpio las lágrimas que derrame en el camino hasta llegar aquí. No pienso quedarme un segundo más en este maldito lugar. Necesito un respiro, lejos de él y de ellos. Sola, con el. Solo lo necesito a él, mi otra mitad. - Aria - papá me hace voltear bruscamente del brazo, sus ojos muestran miedo porque se el secreto que nos ha estado ocultado por mucho tiempo - Te lo puedo explicar, cariño nada es como lo estás imaginando. - ¿Ah, no? - rio irónica sin ganas de hacerlo lo único que quiero hacer es llorar por ella - Déjame en paz, no me hagas hablar. Me iré quieras o no, como sea lo haré - me solté de su agarre y corrí subiendo las escaleras poniendo seguro a la puerta de mi habitación. Tomó aire para continuar con lo que estaba haciendo, juntando mis pertenencias en mis maletas. Solo guarde algunas ropas, zapatos y sandalias. Recosté mi cabeza sobre mi cama, desmoronando la barrera que me impedía llorar. Desordeno mi larga cabellera con mucha frustración e ira y el sentimiento que creí que había dejado atrás después de ocho años estirando de ella con mis dos manos con fuerza dándome a saber que no estoy soñando. La puerta de mi habitación es golpeada interrumpiendo mi tiempo a solas por un segundo. - Bajaré en un minuto - dije poniéndome de pie. - Hija, por favor hablemos - pide papá detrás de la puerta de mi habitación y se que él no entraría si yo no se lo permito - No puedo dejar que te vayas de esta forma. No respondo, temo a faltarle el respeto que toda mi vida le he dado. No entiendo porque estoy pensando que le debo algo que él no tuvo conmigo. Se que si suelto más de tres palabras, no van a ser precisamente de buena educación. Por último me acerco al centro de mesa donde tengo una caja con carpetas con collage, cintas de mama y algunas de sus pertenencias que me he quedado. Mi teléfono suena, lo tomo te veo que es mi hermano mayor. - Pequeña - dice en susurro, su voz es ronca - En un minuto estoy contigo. - Ven rápido, por favor - mire la puerta que está cerrada por suerte, - tengo miedo, no puedo salir sola ven por mi. - Espérame en tu habitación, llegaré en breve y no te preocupes no dejaré que las lastime - asiento sin aguantar más mi llanto mirando la foto de mi madre - Lo prometo. Corto la llamada y termine de hacer mis maletas. Limpio mi rostro pero me es imposible. Mis ojos están rojos e hinchados, mis mejillas están rojas es demasiado notable por mi piel pálida. En ese instante miré mi brazo por dónde mi padre me había agarrado ahora tiene las marcas de sus manos en él. Mi corazón me vuelve a traicionar y mi barbilla empieza a temblar, mis manos y mis piernas también. Las imágenes de esta mañana se repiten en mi cabeza, los planes y seguimientos que estuve planeando por mi misma habían dado frutos. Pero esos frutos malvados y retorcidos que jamás espere de mi padre. Levantó la mirada hacia la puerta que detrás de ella se escuchan gritos fuertes, como si estuvieran discutiendo. Es el, Azriel llegó por mi. Tomó mi maleta y encima de ella colocó la caja de recuerdos. Finalmente cruzó el umbral de la puerta por la cual desde que tengo memoria he cruzado, cumpleaños, fiestas, navidades, momentos de travesuras y especiales lo cuales todavía están en mi memoria que a partir de hoy no volveré a cruzar a través de él. Tomó aire para continuar con mis pasos hacia la salida. Cuando bajó las escaleras, los guardias vienen en mi dirección. El cuerpo grande de mi hermano impide que uno de ellos me toque. Mis ojos van a la mujer que está al lado de mi padre, con una falda de tubo y una camisa con algunos botones de su pecho descubierto - No permitiré que se vayan - impone mi padre con la autoridad que está acostumbrado a usar. - ¿Qué pretendes hacer, padre? No tengo que pedirte permiso para salir de aquí, soy mayor de edad y no me puedes manejar como a los que están acostumbrados a escucharte - mi hermano me ayuda con la maleta y sujeta mi mano que está temblando - Porque ya no te tendré en cuenta. - No me retén, porque no les conviene hacerlo - se acerca amenazante, miedo es lo que siento cuando lo veo como otro hombre menos el padre ejemplar que me he estado imaginado que era - Si no quiero no van a ir de aquí. - Por fin muestras lo que eres realmente. Un egoísta que solamente piensa en sí mismo y no en lo que sentirían las persona que lo rodea. - Aria lo han malinterpretado - su secretaria interrumpe. - Esto es un asunto familiar y están prohibidas la interrupción de los sirvientes en la familia Hatzis. Acaso eso no estaba escrito en tu contrato o tuviste un ascenso especial. - ¡ARIA! - aprieto mi mandíbula y mis manos con el grito de mi padre aturdiéndome - Pide disculpas en este momento ¡Ahora! - ¿Por qué debería hacerlo? Ustedes son los únicos que se deben disculpar. - No es momento de actuar con rebeldía Aria - llega enfrente de mí, mirándome con enojo para después ver a mi hermano - Suelta a tu hermana ella no se irá contigo. - La llevaré conmigo a ella y a mi madre, quieras o no padre - sus ojos verde demuestra lo enojado y la rabia que tiene hacia el - Sal de mi camino, Es la única vez que te lo pediré Mi padre lo empujó con brusquedad haciendo que el retroceda y hace que me suelte de dl. En ese instante me gire a mi hermano, tomándolo de la mano y mis ojos delataron que me preocupe haciendo que él asiente con su rostro serio. Se adelantó rápidamente protegiéndome de él, por mi parte miro alrededor y me doy cuenta que los guardias y los empleados ignoran lo que acaba de pasar. Dándome a entender que si mi padre no pronuncia esa palabra nadie nos ayudará. Azriel intenta defenderse pero lo abrazó y se detiene, cierro los ojos fuerte y mi barbilla tiembla a nada de llorar. - Por favor, solo llévame con mamá - susurre, los latidos de su corazón laten fuerte y su respiración agitada me respira en la nuca. No quiero que lo lastime, tengo tanto miedo que no soportaría verlo con una herida en su cuerpo y se que papá lo hará, nadie podrá defendernos y no podremos salir. Solo pido salir sin que nadie salga herido. - Está bien, los dejaré ir - remarca con desdén la última palabra. - Papá... - Pero, alguna palabra que salga de sus bocas y me involucre, su madre dejará de existir en este mundo - su gesto se volvió tosco, una vez más desconozco a este hombre frente a mi. - No te preocupes, no es que queramos estar en tu vida - suelta Azriel, con su cuerpo temblando de ira por qué en él no muestra un signo de miedo como yo - Acaso el apellido Hatzis no te suena a mi madre. El tiene razón, ambos llevamos el apellido de mi madre no el suyo. Una razón que desconocemos sin embargo todo tiene sentido ahora. - No necesitamos un padre o un apellido sucio - una vez más mi hermano sabe esconder el hermano tierno y cariñoso que es conmigo ahora demuestra desprecio y es gélido con el nombre frente a nosotros - No, nos volverás a ver. Por último mire con pena y sin remedio a la mujer que me mira con una sonrisa oculta detrás de mi padre. Supongo que estará contenta ahora que lo tiene para ella sola. Miro a mi padre que me ve serio sin mostrar algún sentimiento de arrepentimiento cuando acaba de perder a sus dos únicos hijos y a la supuesta mujer que amaba que la tuvo encerrada en una habitación blanca sin poder ver la luz del día. - Adiós padre. Me despedí por última vez, con el corazón roto. El hombre menos imaginé, cuando creí que sería el que sanaría cada una de las partes de mi corazón, que equivocada estaba. Él nos dejó salir de su mansión, sentía las miradas de los empleados y los guardias sobre nosotros. Una mujer de mucha edad que siempre cocina para nosotros me dedicó una mirada con la pena reluciendo en sus fracciones. Suspiré y caminé con la cabeza en alto sujetando la mano de mi hermano. Azriel primero abre la puerta del coche para mí asegurándose que me adentre a él para después guardar mis maletas y subir al asiento de copiloto. La puerta está abierta y el hombre que hace guardia se despide con una media sonrisa e inclinación. Por fin salimos de aquí y por fin veré a mi madre después de quince años, solo espero que me siga reconociendo. ¿En qué momento, la familia feliz que éramos se hundió? Tantos afectos de cariño, sonrisas con amor, abrazos cálidos, regalos de navidad y de cumpleaños. Nada de eso ahora tiene significado. Recuesto mi cabeza sobre la ventanilla, haciéndome la idea de que la vida de rosa que tenía fue todo una falsedad, la vida feliz y la familia ejemplar que ese hombre se tomó el tiempo de demostrar fue solo falso. La burbuja feliz en la que vivía no soporto tanto engaño y estalló sobre mi hombro haciéndome ver que la vida de rosa no existe. - Por unos días estaremos en la casa de mamá, después de que ella esté en condición para moverla nos iremos de este país - acaricia mi cabeza, mi barbilla tiembla en cada recuerdo de tanta calumnia - Lo mejor es estar lejos de él y sus juegos sucios. - ¿Cómo un ser humano puede hacer esa clase de maldad? - murmure preguntándome a mí misma en voz alta permitiendo que el escuché con lágrimas en mis ojos- Siquiera puede considerarse humano. - Personas de esa clase no merecen tus lágrimas ni las mías, pequeña - fórmula con voz seria -. En donde quiera que vayas hay buenas y malas personas, aunque tengan sus razones no merecen el respeto ni el perdón. - Entiendo, juntos superaremos cualquier obstáculo. - Jamás olvides eso, siempre juntos - me sonríe y aprieta mi mano derecha -. Juntos con mamá. Asentí sonriendo con lágrimas en los ojos. Pasan unos minutos, Azriel estaciona el coche frente a una villa la que, ese hombre mintió al decir que remodeló y estaba en construcción. Está en perfecto estado. Bajo del coche sorprendida, sin poder creerlo y dándome cuenta lo imbécil que he sido. - Puedes entrar, alguien te espera - indica mirándome con una sonrisa sincera señalando la villa con su cabeza mientras trabaja bajando las maletas. Mi corazón late desesperadamente, mi cuerpo empieza a temblar y mi respiración es agitada, trato de mantener la calma pero es imposible. Imaginando a la persona que quiero que esté aquí, con nosotros. Entro, veo que no hay nadie en el living, repaso por cada esquina y no está nadie. Se escucha un ruido que proviene de arriba, mis piernas reaccionan y corrí por las escaleras sin cuidado. Me detengo en seco frente a la habitación que era de mis padres donde en cada fiesta nos hospedamos aquí.𝐂𝐀𝐒𝐒𝐈𝐀𝐍 𝐑𝐎𝐒𝐓𝐎𝐕 El rugido del Bugatti Chiron me hizo reír. Lo detuve con una mano mientras con la otra me fumaba un cigarrillo. Ser abogado significa muchas cosas; entre ellas, jugar sucio. Me gustan los juegos, y el dolor de los demás es mi gloria. He sido solicitado y no me negué, ya que Mavie me sugirió que ayudará a estos necesitados. No le niego nada a mi esposa. Miré por el retrovisor del auto, y ahí lo vi: un demonio que cree poder jugar en el territorio del diablo. Abrí la puerta del auto y abandoné mi peligroso vehículo, tan letal como yo. Coloqué una mano en mi bolsillo y con la otra sostenía el cigarrillo. El aparcamiento estaba a oscuras, y esos lugares siempre han sido mis favoritos; fue aquí donde cometí mi primer asesinato. Los guardaespaldas de Evander Cosse, al verme acercarme, se colocaron frente a él. Tomé la antena de un Mercedes, arrancándola con facilidad mientras caminaba hacia ellos. El hombre me miró, y en sus ojos pude ver el miedo. Uno de
Atención: esta es una advertencia. No se confundan ni hagan suposiciones equivocadas. Lea cuidadosamente lo siguiente. Este capítulo es algo muy especial para mí y para Mei, la talentosa escritora de El Abogado de la Mafia, con quien tengo el honor de colaborar. Quiero aclarar de manera rotunda que este capítulo no es un plagio ni tiene intenciones de serlo en absoluto. Ha sido escrito en conjunto, con la total autorización y consentimiento de Mei. Ambas hemos trabajado de la mano para crear algo único y auténtico. Cada párrafo ha sido cuidadosamente escrito por ambas, y quiero expresar mi sincero agradecimiento a Mei por haber aceptado esta colaboración, algo que jamás imaginé que sucedería, pero que hoy es una realidad. Estoy emocionada y agradecida de poder compartir esta experiencia con ustedes y con ella, una de mis escritoras favoritas. Espero que disfruten este capítulo tanto como nosotras disfrutamos creándolo. Gracias, Mei, por hacer esto posible. 𝐍𝐈𝐊𝐎𝐋𝐀𝐈 𝐌?
ARIA Pasó un día desde que no he visto a Nikolai, pienso que se tomó en serio que me daría el tiempo que quería y se lo agradezco. Sabe que odio todo lo que tenga que ver con la mafia. Y no es simplemente porque él es de la mafia y no me haya dicho la verdad desde el comienzo. Desearía con mi corazón que no fueras así porque…porque yo a él lo quiero. Está tan adentro de mi corazón que me duele recordar su engaño. Sigo pensando, acurrucada en mi cama sin ganas de levantarme tan temprano en la mañana. Son las seis de la mañana, lo que me jode más es que Nikolai siempre despierta temprano y yo estoy despierta a esa hora recordando. Miro el collar en mis manos, el que me regaló. Tapo mi cara con la almohada manteniendo el collar cerca de mi. Joder. Me sobresaltó al escuchar el sonido de mi teléfono sonando sobre la mesita de luz. Me giro sobre la cama, me quedo paralizada unos segundos decidiendo contestar o no. Es Nikolai. Me maldigo mentalmente cuando mis manos atrapan el móvil
ARIA El murmullo del amanecer se filtra a través de las cortinas cuando mis ojos se entreabren. La luz tenue baña la habitación en tonos cálidos, pero lo primero que noto es el peso del brazo de Nikolai sobre mi cintura. Su respiración es profunda y rítmica contra mi cuello. La memoria de la noche anterior vuelve a mí en oleadas: la discusión, su insistencia, el forcejeo, el beso, su confesión. Y luego, sus últimas palabras antes de que el sueño me atrapara. "Perdóname, cielo." Mi cuerpo se siente pesado, como si la carga de todo lo sucedido se hubiera quedado impregnada en mi piel. Me tomo unos segundos para respirar antes de deslizarme lentamente fuera de la cama, con cuidado de no despertarlo. No puedo quedarme más tiempo aquí. Me muevo con precisión, recogiendo mis cosas sin hacer ruido. Me cambio en el baño, eligiendo ropa cómoda para el vuelo de regreso. Frente al espejo, mis ojos verdes reflejan el torbellino de emociones que me sacuden por dentro. No estoy huyendo. So
ARIA De regreso en la mansión. Apenas cruzo la puerta, siento su presencia.Nikolai está ahí, de pie, con su postura rígida y su mirada intensa clavada en mí. Su expresión es una mezcla de rabia, frustración y algo más… algo que no quiero descifrar.No me da tiempo de hablar antes de que su voz se alce en el aire.—¿Dónde demonios estabas?No me inmuto.—Fuera.—¿Fuera? —su tono es peligroso—. ¿Te largas sin decir nada, en plena noche, en un país donde no conoces a nadie, y solo dices "fuera"?Me cruzo de brazos.—No es asunto tuyo.Su mandíbula se tensa.—Todo lo que tenga que ver contigo es mi asunto.—¡No, Nikolai! —grito con el corazón en llamas—. ¡No tienes derecho a decirme eso cuando me mentiste todo este tiempo!Él frunce el ceño, molesto.—Nunca te mentí.—¡Tuviste la oportunidad y no me lo dijiste! —mis ojos arden de furia—. ¡No hablaste, Nikolai!Un silencio pesado cae entre nosotros. Sus ojos me buscan, pero yo ya no quiero verlo.Me paso las manos por el rostro y respiro
NIKOLAI La Mansión D'Lacroix. Cuando llegamos, el personal ya está preparado para recibirnos. La gran mansión Malishev en Francia es una mezcla de opulencia y poder.Al bajar del auto, Aria se detiene un momento para admirar la vista.—Nunca me acostumbraré a esto —susurra.—Terminarás haciéndolo.Le ofrezco mi brazo, y ella lo toma con una sonrisa. Caminamos juntos hacia el interior, donde ya nos esperan mis padres y mis hermanos.—Ah, la pareja del momento —dice Andrei con su usual tono burlón, apoyado en la baranda del segundo piso.Darya, a su lado, nos observa con una sonrisa de medio lado.—Llegas tarde, Niko. Mamá estaba a punto de pedir que te arrastráramos hasta aquí —añade Darya con diversión.Ignoro sus comentarios y llevo a Aria directamente hacia mis padres.Mi madre, Elia D’Lacroix, nos observa con ojos afilados, siempre analizando cada movimiento. Mi padre, Slavik Malishev, mantiene su postura severa, aunque sus ojos azules se posan en Aria con un atisbo de curiosidad





Último capítulo