NIKOLAI
El portón grande negro forjado de acero de la mansión de mi madre se abre recibiendome y los guardias alrededor inclinan sus cabezas hasta que están a mi espalda. Freno cuando llegó a la entrada, dos guardias se acercan a mi cuando bajo. — Joven amo — me saludan con una inclinación de cabeza y no me ven a la cara — ¿Necesita estacionar su coche? — No. Nadie toca mi coche — espete serio, me alejo de ellos dejándolos plantados. Diez de los sirvientes esperan en cada fila del pasillo de la mansión, cruzó en medio de ellos. Una se acerca como de costumbre, queriendo tomar mi abrigo negro largo. Con extremo cuidado me quita del hombro quedando en mi traje azul oscuro, ella se pierde de mi vista guardando mi abrigo en dónde corresponde. Llego al living donde no está nadie, el mayordomo que mi madre trajo hace años aparece como arte de magia. Me sonríe leve e inclina su cabeza, sin embargo le dedico mis facciones serio y frío. — Joven ¿Cómo se encuentra? — Muy bien — respondí sin acordarme su nombre y queriendo ser educado — ¿Mi madre se encuentra aquí? — No señor, su madre se encuentra en un viaje de negocios y no me dio información sobre eso — dice volviendo a su perfil profesional. — De acuerdo, puedes irte por dónde apareciste. Él asiente despidiéndose, retrocedí para atrás y así salir de la mansión e ir a mi penthouse. Tengo que volver a Francia con mi madre porque estoy seguro que ella se encuentra allí. No es de las que te informa que hace cada segundo, a mi madre le importa un carajo lo que digan los demás. De lo que estoy seguro es que si la llamo me responderá y espero que acepte lo que estoy por proponerle. Aún así no puedo dejar de lado la empresa que mamá me heredó en Francia y olvidar los negocios que tenemos planeado. La sirvienta corre con mi abrigo en su brazo derecho. Lo dejó sobre mi hombro y salí de allí sin despedirme. Y antes que aparezca Andrei. Saqué mi móvil de mi saco para marcar el número de mi madre. Solo bastaron dos segundos para que su voz se escuchara detrás del teléfono. — Mamá. — Mi vida — dice ella suavemente — ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo? — preguntó con su tono neutro, escucho cosas golpeándose a lo lejos. — Te llamaré luego que termines tu reunión, madre lamento interrumpirte. — Mi hijo no interrumpe nada — suelta seriamente — ¿A qué se debe la llamada de mi bebe? — Madre — dije entredientes — No me agrada que me sigas llamando de esa forma. — No me importa — exclamó casi gritando— Serás mi bebé, mi tesoro y mi vida hasta que yo lo diga Nikolai Malishev. — Madre ¿Cuándo volverás? — cambié de tema porque ella siempre ganará. — En la noche — responde de inmediato — ¿Porque? — No puedo contártelo por teléfono, llámame cuando estés en Rusia. — Lo haré pero ¿Tu que haces en Rusia? — inquirió de inmediato. — Te lo contaré en la noche — repetí — Nos vemos mamá, te amo. — Yo más mi vida — finaliza cortándome la llamada, porque no me atrevo a hacerle eso. Sin más bajó las escaleras, caminando hacia mi coche que está a unos pasos y podía llegar en segundos si no fuera por una motocicleta enorme que se atravesó en mi camino haciendo que retroceda. — No tan rápido cubo de hielo — dice subiendo la pantalla de su casco negro con líneas blancas, sus ojos grises intensos me ven directo a los ojos — ¿Te vas sin saludar a tu hermana? — Darya. — Nikolai — dice ella riéndose — ¿No me extrañaste? Porque yo sí. Se quita el casco, acomodando su cabellera negra larga y lacio. Baja de su motocicleta acercándose a mí y en silencio me abraza. — Te extrañe mucho — río notando que se pone de puntillas cuando me abraza. — Mmm, también te extrañe — acaricie su cabeza para luego soltarla. — ¿A dónde vas? — me mira con la cejas enarcada — ¿Ya te vas tan rápido? — dice rápido con el miedo colándose en su voz. — No, volví para quedarme. — ¿Y qué pasa con la empresa y los negocios en Francia? — Resolveré ese asunto, me tengo que ir — dije viendo el reloj en mi muñeca — Mamá vendrá en la noche, no faltes. Ella rodó los ojos y asintió corriéndome con sus brazos. — Adiós — agito sus manos despidiéndose. Subo a mi coche, con mi mano izquierda giro el volante como si nada. Darya cruza primero, en segundos veo como acelera pasando como rayo frente a mi soltándose una mano saludándome. Es una loca total. El portón se cierra detrás de mí, ahora puedo acelerar camino a la empresa de mi padre. Me toma cinco minutos llegar a una de las empresas de mi padre y espero que esté aquí. Estacionó mi coche al frente del edificio no estaré mucho tiempo. Antes de bajar, me cocolo mi guantes negro de cuero y mi abrigo trench largo hasta la mitad de mis piernas del mismo color. Abrí la puerta de mi Aston Martin, ajusto mi abrigo sobre mis hombros y me dispongo a caminar hacia la entrada con todas las miradas sobre mi mientras lo hago. Noto los ojos de los hombres que están en la entrada con mujeres que se encuentran viéndome de más. A ellas solo las miro fríamente sin mostrar algún tipo de expresión de las que ellas esperan y luego miró neutro a esos imbéciles, los cuales se muerden la lengua y sus rostros que lo dicen todo. Ocupó la atención de todas las mujeres que están aquí. Cómo no, soy guapo y millonario. Pero Darya me dice “cubo de hielo” aunque solo le sonrió a tres mujeres, mi madre, mi hermana y a mi pequeña muñeca. — Joven Nikolai — saluda una mujer con una leve inclinación, enarque las cejas sin saber quien es — Oh, disculpe ya me retiro. Ella se pierde de mi vista más rápido que un trueno. Niego con la cabeza y me dirigí a la oficina de mi padre, la secretaria me ve y se pone de pie de inmediato para saludarme. — Su padre está en una reunión importante, pidió que nadie lo interrumpa — informa rápido sin verme a los ojos. — No necesito ser anunciado, sigue con tu trabajo. — Pero señor… — No te preocupes no haré que pierda tu trabajo — comente viéndola sobre mis hombros. Abro la puerta de mármol, adentrándome a la oficina donde está la junta de reuniones. La mesa larga y ancha está rodeada de hombres que tienen diversos negocios de mi padre. Me limité solo a saludar a mi padre, inclinando mi cabeza. — Padre — lo saludé con una reverencia respetuosa con mi tono firme. — Pasa — asiente con aprobando — Siéntate a mi costado. No lo contrario porque no me quiero largar, quiero quedarme aquí definitivamente. Me senté al costado de su lugar que es en la cabecera de la mesa de mármol negro. Los hombres me miran con furia e ira, ladeo mi cabeza dándole la mirada más gélida que me causan estás personas. — ¿Qué es esto, Malishev? — preguntó un anciano con el tono de voz que no me agrado — No muestra respeto hacia nosotros ¿Es siquiera tu hijo? — Repite lo que largaste de tu boca — mi padre se pone de pie golpeado la mesa haciendo que esos imbéciles se sobresalen, en cambio les doy mi rostro reflejado rabia con ganas de cortarle la lengua. — Haz que nos muestre respeto, todos aquí somos parte de este negocio — alegó, señalando a los demás socios — ¿Es así como planeas continuar con tu legado y dejar a este progenitor? — Es mejor que controlé su lengua — masculló haciendo notable mi voz ronca y grave — A menos que quiera llegar mudo a su casa. — Quien carajos te crees… No faltó ni un segundo en que mi padre empuña su arma en sus manos y clavara el caño en la sien del viejo. De inmediato me pongo de pie así como los dos escolta detrás de mi padre, Isagi y Lucca, esperamos que estos reaccionen mal Pero es todo lo contrario. Se mantienen sentados en sus respectivos asientos sin interponerse. — ¿Cómo te atreves a faltarle el respeto a mi hijo en mi presencia? — gruñó furioso, acercándose a él lentamente — Es mío, mi sangre, mi familia. El que lo desafíe, me desafía a mí y es mejor que no me tengas como enemigo, sabes bien que no te mato ahora mismo porque estoy siendo considerado contigo. — Lo siento señor — no se atreve a sostener la mirada hostil de mi padre. — Nikolai, tú decides — considero despreciativo. No sé que tenga este hombre pero mi padre dijo que no lo mata por algo, no me interesa saber pero quiero creer que es alguien especial e importante para este imbécil. — Lo dejaré pasar por esta vez padre — decretó algún otro encuentro en el futuro. — Jamás dejes que te falten el respeto que mereces, porque eres mi hijo y nadie tiene de menos a mi familia — extendió su brazo sin bajar su arma sobre aquellos hombres que lo miran nerviosos y asustados — El que lo haga será el desayuno, almuerzo y cena para los cocodrilo de mi esposa. — No nos atreveremos, mi señor — dicen al mismo tiempo. — Que sea la última vez que pongan en duda el honor de mi madre — espetó con desdén — Su sangre corre por mis venas, el que ponga en duda conocerá lo que es capaz de hacer la sangre D’lacroix. — Así o más claro señores — la voz ronca y sería de mi hermano interrumpe — Yo no dudaría en cortar tu lengua y darle de comer a mi perro pero solo le doy de comer a personas desagradables. Pero no es mala idea ¿Verdad pequeña? — No es necesario preguntar — rie Darya como un dulce en su boca jugando con ella — ¿Qué tal señores? — sonríe ladina a esos bastardos que la ven con morbo de arriba abajo — Mamá me enseñó a cortar de diferentes ángulos — la descarada midió las bolas de estos idiotas con su mano a la distancia y asiente despacio — Son el modelo perfecto ¿Quien quiere ir primero?