Maldito Deseo
Maldito Deseo
Por: Sofia
Capitulo 1

ARIA HATZIS

HACE TRES AÑOS…

Paso las puertas enormes de la mansión de mi asqueroso padre. Con los guardias pisándole los talones, limpio las lágrimas que derrame en el camino hasta llegar aquí. No pienso quedarme un segundo más en este maldito lugar. Necesito un respiro, lejos de él y de ellos.

Sola, con el. Solo lo necesito a él, mi otra mitad.

- Aria - papá me hace voltear bruscamente del brazo, sus ojos muestran miedo porque se el secreto que nos ha estado ocultado por mucho tiempo - Te lo puedo explicar, cariño nada es como lo estás imaginando.

- ¿Ah, no? - rio irónica sin ganas de hacerlo lo único que quiero hacer es llorar por ella - Déjame en paz, no me hagas hablar. Me iré quieras o no, como sea lo haré - me solté de su agarre y corrí subiendo las escaleras poniendo seguro a la puerta de mi habitación.

Tomó aire para continuar con lo que estaba haciendo, juntando mis pertenencias en mis maletas. Solo guarde algunas ropas, zapatos y sandalias. Recosté mi cabeza sobre mi cama, desmoronando la barrera que me impedía llorar.

Desordeno mi larga cabellera con mucha frustración e ira y el sentimiento que creí que había dejado atrás después de ocho años estirando de ella con mis dos manos con fuerza dándome a saber que no estoy soñando.

La puerta de mi habitación es golpeada interrumpiendo mi tiempo a solas por un segundo.

- Bajaré en un minuto - dije poniéndome de pie.

- Hija, por favor hablemos - pide papá detrás de la puerta de mi habitación y se que él no entraría si yo no se lo permito - No puedo dejar que te vayas de esta forma.

No respondo, temo a faltarle el respeto que toda mi vida le he dado. No entiendo porque estoy pensando que le debo algo que él no tuvo conmigo. Se que si suelto más de tres palabras, no van a ser precisamente de buena educación.

Por último me acerco al centro de mesa donde tengo una caja con carpetas con collage, cintas de mama y algunas de sus pertenencias que me he quedado.

Mi teléfono suena, lo tomo te veo que es mi hermano mayor.

- Pequeña - dice en susurro, su voz es ronca - En un minuto estoy contigo.

- Ven rápido, por favor - mire la puerta que está cerrada por suerte, - tengo miedo, no puedo salir sola ven por mi.

- Espérame en tu habitación, llegaré en breve y no te preocupes no dejaré que las lastime - asiento sin aguantar más mi llanto mirando la foto de mi madre - Lo prometo.

Corto la llamada y termine de hacer mis maletas. Limpio mi rostro pero me es imposible. Mis ojos están rojos e hinchados, mis mejillas están rojas es demasiado notable por mi piel pálida. En ese instante miré mi brazo por dónde mi padre me había agarrado ahora tiene las marcas de sus manos en él.

Mi corazón me vuelve a traicionar y mi barbilla empieza a temblar, mis manos y mis piernas también. Las imágenes de esta mañana se repiten en mi cabeza, los planes y seguimientos que estuve planeando por mi misma habían dado frutos. Pero esos frutos malvados y retorcidos que jamás espere de mi padre.

Levantó la mirada hacia la puerta que detrás de ella se escuchan gritos fuertes, como si estuvieran discutiendo. Es el, Azriel llegó por mi. Tomó mi maleta y encima de ella colocó la caja de recuerdos. Finalmente cruzó el umbral de la puerta por la cual desde que tengo memoria he cruzado, cumpleaños, fiestas, navidades, momentos de travesuras y especiales lo cuales todavía están en mi memoria que a partir de hoy no volveré a cruzar a través de él. Tomó aire para continuar con mis pasos hacia la salida.

Cuando bajó las escaleras, los guardias vienen en mi dirección. El cuerpo grande de mi hermano impide que uno de ellos me toque. Mis ojos van a la mujer que está al lado de mi padre, con una falda de tubo y una camisa con algunos botones de su pecho descubierto

- No permitiré que se vayan - impone mi padre con la autoridad que está acostumbrado a usar.

- ¿Qué pretendes hacer, padre? No tengo que pedirte permiso para salir de aquí, soy mayor de edad y no me puedes manejar como a los que están acostumbrados a escucharte - mi hermano me ayuda con la maleta y sujeta mi mano que está temblando - Porque ya no te tendré en cuenta.

- No me retén, porque no les conviene hacerlo - se acerca amenazante, miedo es lo que siento cuando lo veo como otro hombre menos el padre ejemplar que me he estado imaginado que era - Si no quiero no van a ir de aquí.

- Por fin muestras lo que eres realmente. Un egoísta que solamente piensa en sí mismo y no en lo que sentirían las persona que lo rodea.

- Aria lo han malinterpretado - su secretaria interrumpe.

- Esto es un asunto familiar y están prohibidas la interrupción de los sirvientes en la familia Hatzis. Acaso eso no estaba escrito en tu contrato o tuviste un ascenso especial.

- ¡ARIA! - aprieto mi mandíbula y mis manos con el grito de mi padre aturdiéndome - Pide disculpas en este momento ¡Ahora!

- ¿Por qué debería hacerlo? Ustedes son los únicos que se deben disculpar.

- No es momento de actuar con rebeldía Aria - llega enfrente de mí, mirándome con enojo para después ver a mi hermano - Suelta a tu hermana ella no se irá contigo.

- La llevaré conmigo a ella y a mi madre, quieras o no padre - sus ojos verde demuestra lo enojado y la rabia que tiene hacia el - Sal de mi camino, Es la única vez que te lo pediré

Mi padre lo empujó con brusquedad haciendo que el retroceda y hace que me suelte de dl. En ese instante me gire a mi hermano, tomándolo de la mano y mis ojos delataron que me preocupe haciendo que él asiente con su rostro serio. Se adelantó rápidamente protegiéndome de él, por mi parte miro alrededor y me doy cuenta que los guardias y los empleados ignoran lo que acaba de pasar. Dándome a entender que si mi padre no pronuncia esa palabra nadie nos ayudará.

Azriel intenta defenderse pero lo abrazó y se detiene, cierro los ojos fuerte y mi barbilla tiembla a nada de llorar.

- Por favor, solo llévame con mamá - susurre, los latidos de su corazón laten fuerte y su respiración agitada me respira en la nuca.

No quiero que lo lastime, tengo tanto miedo que no soportaría verlo con una herida en su cuerpo y se que papá lo hará, nadie podrá defendernos y no podremos salir. Solo pido salir sin que nadie salga herido.

- Está bien, los dejaré ir - remarca con desdén la última palabra.

- Papá...

- Pero, alguna palabra que salga de sus bocas y me involucre, su madre dejará de existir en este mundo - su gesto se volvió tosco, una vez más desconozco a este hombre frente a mi.

- No te preocupes, no es que queramos estar en tu vida - suelta Azriel, con su cuerpo temblando de ira por qué en él no muestra un signo de miedo como yo - Acaso el apellido Hatzis no te suena a mi madre.

El tiene razón, ambos llevamos el apellido de mi madre no el suyo. Una razón que desconocemos sin embargo todo tiene sentido ahora.

- No necesitamos un padre o un apellido sucio - una vez más mi hermano sabe esconder el hermano tierno y cariñoso que es conmigo ahora demuestra desprecio y es gélido con el nombre frente a nosotros - No, nos volverás a ver.

Por último mire con pena y sin remedio a la mujer que me mira con una sonrisa oculta detrás de mi padre. Supongo que estará contenta ahora que lo tiene para ella sola. Miro a mi padre que me ve serio sin mostrar algún sentimiento de arrepentimiento cuando acaba de perder a sus dos únicos hijos y a la supuesta mujer que amaba que la tuvo encerrada en una habitación blanca sin poder ver la luz del día.

- Adiós padre.

Me despedí por última vez, con el corazón roto. El hombre menos imaginé, cuando creí que sería el que sanaría cada una de las partes de mi corazón, que equivocada estaba.

Él nos dejó salir de su mansión, sentía las miradas de los empleados y los guardias sobre nosotros. Una mujer de mucha edad que siempre cocina para nosotros me dedicó una mirada con la pena reluciendo en sus fracciones. Suspiré y caminé con la cabeza en alto sujetando la mano de mi hermano. Azriel primero abre la puerta del coche para mí asegurándose que me adentre a él para después guardar mis maletas y subir al asiento de copiloto. La puerta está abierta y el hombre que hace guardia se despide con una media sonrisa e inclinación. Por fin salimos de aquí y por fin veré a mi madre después de quince años, solo espero que me siga reconociendo.

¿En qué momento, la familia feliz que éramos se hundió? Tantos afectos de cariño, sonrisas con amor, abrazos cálidos, regalos de navidad y de cumpleaños. Nada de eso ahora tiene significado. Recuesto mi cabeza sobre la ventanilla, haciéndome la idea de que la vida de rosa que tenía fue todo una falsedad, la vida feliz y la familia ejemplar que ese hombre se tomó el tiempo de demostrar fue solo falso. La burbuja feliz en la que vivía no soporto tanto engaño y estalló sobre mi hombro haciéndome ver que la vida de rosa no existe.

- Por unos días estaremos en la casa de mamá, después de que ella esté en condición para moverla nos iremos de este país - acaricia mi cabeza, mi barbilla tiembla en cada recuerdo de tanta calumnia - Lo mejor es estar lejos de él y sus juegos sucios.

- ¿Cómo un ser humano puede hacer esa clase de maldad? - murmure preguntándome a mí misma en voz alta permitiendo que el escuché con lágrimas en mis ojos- Siquiera puede considerarse humano.

- Personas de esa clase no merecen tus lágrimas ni las mías, pequeña - fórmula con voz seria -. En donde quiera que vayas hay buenas y malas personas, aunque tengan sus razones no merecen el respeto ni el perdón.

- Entiendo, juntos superaremos cualquier obstáculo.

- Jamás olvides eso, siempre juntos - me sonríe y aprieta mi mano derecha -. Juntos con mamá.

Asentí sonriendo con lágrimas en los ojos. Pasan unos minutos, Azriel estaciona el coche frente a una villa la que, ese hombre mintió al decir que remodeló y estaba en construcción. Está en perfecto estado. Bajo del coche sorprendida, sin poder creerlo y dándome cuenta lo imbécil que he sido.

- Puedes entrar, alguien te espera - indica mirándome con una sonrisa sincera señalando la villa con su cabeza mientras trabaja bajando las maletas.

Mi corazón late desesperadamente, mi cuerpo empieza a temblar y mi respiración es agitada, trato de mantener la calma pero es imposible. Imaginando a la persona que quiero que esté aquí, con nosotros.

Entro, veo que no hay nadie en el living, repaso por cada esquina y no está nadie. Se escucha un ruido que proviene de arriba, mis piernas reaccionan y corrí por las escaleras sin cuidado. Me detengo en seco frente a la habitación que era de mis padres donde en cada fiesta nos hospedamos aquí.

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