Camila lo arrastra con determinación, como si hubiese conquistado una victoria. Él se deja llevar con calma, apoyando la mano en su brazo. El gesto, aunque frío, la hace sentirse poderosa. Cuando llegan al centro de la pista, las luces se concentran sobre ellos y la música comienza a sonar.
La multitud rompió en aplausos al ver a Camila aferrada a Eiríkr, pero él, incluso en la pista, no dejó de mirar a Everly. Sus ojos se encontraron, y en ese cruce silencioso, quedó claro que el verdadero baile de la noche aún no había comenzado.
—Míranos —susurra Camila con falsa dulzura, apretándose contra él—. Nos vemos perfectos juntos.
Eiríkr fija la mirada en ella, sin un rastro de duda.
—Deja de insistir, Camila. Sabes que tengo a mi pareja, que Everly y yo estamos comprometidos.
Ella ladea la cabeza con picardía.
—¿Seguro? —lo reta, saboreando la provocación.
Él no responde de inmediato, porque al girar la cabeza ve algo que lo hiela. Vincent, impecable con su sonrisa de galán, se acerca a E