La primer cita: Desayuno en LoDo
Everly bajó las escaleras con el cabello todavía algo despeinado, pero su corazón latía acelerado al ver la sonrisa de Eirikr esperándola al pie de la escalera.
—Buenos días, nena —dijo él, con esa voz profunda que la envolvía y le hacía olvidar todo lo demás—. ¿Lista para un desayuno especial?
—¿Desayuno especial? —pregunta ella, mientras Eirikr se acerca a ella y la abraza contra su cuerpo. Everly le rodea la cintura con los brazos y se recarga en su musculoso pecho.
Él tiene un día largo en la oficina; ha faltado casi dos semanas para no dejar a su mujer e hijas solas. Sin embargo, ahora que sabe que todo está más tranquilo y que a ellas también les vendría bien un poco más de espacio —y después de la regañada de Vera la noche anterior por ni siquiera haber firmado la nómina, pues se le olvidó—, decidió que ya era necesario presentarse a trabajar.
—Sí, necesitamos dejar de desayunar mi pan tostado quemado —se burla de sí mismo, arrancándole una ca