Tomé la identificación con manos temblorosas y asentí. En ese momento, no sabía si era lo correcto, pero comprendí que esta era mi oportunidad para reinventarme, para ser más que una sombra huyendo de un destino impuesto. El propietario del establecimiento se alzó de su silla y caminó con pasos firmes hacia la puerta del despacho, pero se detuvo y giró sobre sus talones para dirigirse a mí una vez más.
—Quédate aquí y empieza por organizar todo... ¡Diablos! —su voz se tiñó de preocupación inesperada—. Creo... creo que ahora que lo pienso, nos enfrentamos a un problema. Lo observé, confundida, mientras él cerraba la puerta con delicadeza y avanzaba hacia mí. Sus dedos se enredaron en su cabello, gesto que revelaba su nerviosismo.—¿Qué ocurre, señor? Puede hablar con franqueza &mdas