El silencio se instaló entre nosotros después de esa revelación. El ruido del motor era el único sonido que rompía la tensión mientras las luces de Catania parpadeaban a lo lejos, prometiendo respuestas o quizás más preguntas. ¿Por qué no me enteré antes de que ella era ese renombrado “Rubí” que todos buscan? ¿Ella desconfiará de mí?
La idea de que Celia pudiera pensar que yo era uno más de los que la perseguían era aterradora. También lo era la posibilidad de que mi amor por ella hubiese cegado mi juicio. Los corazones de rubí habían sido solo para complacerla, pero ahora resonaban como un eco ominoso de su pasado.—Yo en su lugar sospecharía lo mismo —dijo Dante— a lo mejor por eso se quitó el rubí de su cuello y lo botó, sin olvidar que eres un Garibaldi y puede q