La posibilidad de que Celia encarnara algo más allá de la mujer que yo amaba, que en su ser albergara ecos de aquella oscuridad de su abuela, me perseguía implacable. "La Jerarca", conocida por sus resoluciones inquebrantables y un corazón impermeable al remordimiento; ¿era concebible que Celia, con su semblante sereno, escondiera la misma impasibilidad?
—Dante, si resulta que Celia es realmente "El Rubí" —mi voz se quebró al pronunciar esas palabras, revelando la tormenta que se agitaba bajo mi aparente calma—. ¿Comprendes las implicaciones?—Háblame más sobre ello, Alonso —me instó Dante con esa familiaridad reservada para los momentos de verdadera camaradería. Aunque habitualmente se dirigía a mí como jefe, el uso de mi nombre sin títulos era un privilegio que solo él tenía; una señal inequívoca de que r